La semana pasada, el Supremo Gobierno decidió acabar con los fideicomisos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el Fonca, para redirigir sus recursos a un fin superior que consiste en ponerlos al servicio del Pueblo y no de los artistas y creadores vendidos y/o corruptos.

Era predecible. Una vez más, como en los viriles años treintas, chirrían las chirimías que exigen un arte que dé cuenta de la grandeza de nuestro pueblo (que es el más culto del mundo), de su historia (la más viva del mundo), de su alma (la más cristalina del mundo) y de sus tradiciones populares, de los valores nuestros, de las glorias históricas nuestras, de la grandeza moral nuestra, de la despampanante belleza de lo nuestro y de la singularidad absolutamente mágica e incontestable de todo lo nuestro que, como de todos es sabido, solo es nuestro.

Más allá de que, como todo lo indica, tanta grandeza puede desplomarse si no es estimulada por el Estado, la Patria, siempre guiada por el Líder Supremo, parece dirigirse hacia un nuevo nacionalismo en materia de arte y letras. Si los recursos estarán ahora bajo el control de un organigrama cultural piramidado, es predecible que los futuros proyectos creativos procurarán ajustarse a las demandas del Supremo Líder, para quien el arte y las letras y aun la ciencia deben tener como prioridad el fortalecimiento de la grandeza del pueblo (que, en este caso, es el mexicano).

No extraña que, en alguno de los consuetudinarios mensajes videograbados del Primer y Único Mandatario, se apreciara en su librero, detrás de la Presidencial Sillota, el blanco lomo de las Obras de Narciso Bassols, secretario de la educación socialista, paladín del arte y las letras nacionalistas y populares, figura señera de nuestra proletkult nopalera y pantomimo de Lunacharsky, cuyos ímpetus propiciaron tantos sindicatos y corporaciones dedicados a exaltar un arte y una literatura sobresaturados de alma nacional.

No extraña, tampoco, que la señora secretaria de la Función Pública (SFP), doña Irma Eréndira Sandoval, Insigne Lideresa del México Verídico, aportase la voz más canora para celebrar la gloriosa orden emanada del Supremo Líder. En efecto, la Opción Bolivariana a la Presidencia tramitó unos trinados tuits tetratransformados justificando el Foncacidio y proclamando que “Se acabó el Fonca salinista, nacido para controlar a los rebeldes y premiar a los compadres”.

Esto no dejó de ser simpático viniendo, como viene, de una destacada académica que pertenece a una poderosa familia que —como ha sido demostrado de manera fehaciente— desprecia la cultura y las artes del nepotismo (porque lo conoce muy bien).

Y después ordenó desde su alta torre de Funcional Sabiduría: “Serénense artistas”, pues sensateó que “es un hecho histórico que Salinas creó el Fonca en marzo de 1989, para mitigar las críticas al fraude electoral” (la puntuación es parte de su cultura y sus artes.) Y luego rubricó todo esto con la foto oficial con que agrega contundencia a sus actos de gobierno.

¿Se habrán serenado todos los artistas que durante tantos años combatieron para crear el Fonca, todos esos fraudulentos y corruptos que lo propiciaron y diseñaron, como Juan Rulfo y Jaime Sabines y José Revueltas y Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco y Octavio Paz y demás mitigados?

Otros “artistas” todavía vivos también se indignaron ante esta nueva catalogación: o son comprables o son corruptos (sin valorar en nada que los deja en libertad de elegir entre una cosa o la otra). Pero menos aún valoraron el claro mensaje que, por medio de la Camarada Prepresidenta, les enviaba el Actual Investido: ha llegado la hora de volver a crear un arte y unas letras nacionales y populares que le ayudan al pueblo a entender su eterna grandeza que es la mejor del mundo.

No dejó de ser gracioso ni glorioso que la condena al Fonca por “salinista” incluyese una nueva taxonomía histórica. De ahora en adelante habrá que juzgar, por ejemplo, que por haberse incubado durante el sexenio del Tata Lázaro, los hermanos Ávila Camacho son “cardenistas”. O, en la misma lógica, que el Instituto Mexicano del Petróleo es “diazordacista”, y por tanto López Obrador, que tanto lo pondera y quiere.

O claro, que como la Secretaría de la Función Pública fue creada en 2003, pues será menester decir que tanto esa Secretaría como su secretaria son… “foxistas”…

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