Leí “ La Santa Patrona de los Plagiarios” , la columna de José Luis Martínez en el diario Milenio que narra una visita a “Iglesia de los rateros” en La Merced, donde los cacos se encomiendan a Diosito para que los proteja. Esto lleva a Martínez a proponer que la directora de “el Conacyt de la 4T”, Elena Álvarez-Buylla , es a los ladrones de escritura e ideas ajenas lo que esa iglesia a los ladrones de carteras. En vez de castigar los ilícitos (pues el plagio suma el robo al fraude) ella es su blindaje, la “milagrosa aliada” de los plagiarios que pululan cada día más en el Conacyt que, en teoría, sanciona la integridat y la honestidat de la inteligencia patria.

Menciona obviamente al más alto ejemplo del plagio sexenal, el fiscal Gertz Manero , impune por orden de la Patrona, ejemplo para los estudiantes de que el plagio es válido y redituable en canonjías. Y menciona al señor Romero Tellaeche, Supremo del CIDE, cuyos cada día más abundantes y osados plagios gozan de impunidad también por orden de la Patrona epistémica. Quien escapó al repaso de Martínez es Armando Contreras Hernánez, otro plagiario recién nombrado director de un centro público de investigación, el INECOL, por la Patrona. Van tres, y los que faltan…

En otras latitudes la severidad contra el plagio obedece a que hay conciencia de su gravedad y del daño que causa. En las redes se documentan decenas de casos de académicos y periodistas y hasta de secretarios de Estado que son despojados del título por sus universidades, tienen que dimitir y pagar multas. Y no sólo por plagiar, sino por realizar “paráfrasis disfrazadas” (lo que en México llamamos “cuchareo”) y otras violaciones a “las buenas prácticas académicas”. Su desprestigio, claro, es total y para siempre.

En México, la vocación gesticuladora y el influyentismo favorecen la impunidad del plagiario: está por encima de la ley y de la grey. La Universidad Panamericana no se atrevió a retirarle su título a Peña Nieto, que plagió su tesis y cuyo secretario de Educación, Aurelio Nuño, declaró que el asunto “no era importante”. Lo mismo hacen los medios que siguen publicando a plagiarios probados (Fabrizio y Quique, caramba, tienen mucho en común). Antes hubo casos en la UNAM de tesistas robatextos que fueron denunciados (me consta) sin que hubiese consecuencias y uno de ellos, José Bermúdez Olivos, hasta fue incorporado al claustro académico. ¿Qué sucederá ahora con Rodrigo Aliphat, compinche de Romero Tellaeche? La denuncia por plagio ya está ante el Tribunal Universitario de la UNAM, que seguro será más estricto que la Junta de (ex)Honor del Conacyt… Antes de la 4T se habían dado pasos positivos: la UNAM, El Colegio de México y otras universidades han quitado títulos o cargos a plagiarios y, claro, el “viejo” Conacyt expulsó a otros del Sistema Nacional de Investigadores.

Lo único nuevo en este escenario de cacos con birrete o credencial de periodista es que, por fin, ha habido una sanción. La octogenaria revista El Trimestre Económico, fundada por Daniel Cosío Villegas en el Fondo de Cultura Económica, retiró de su archivo un escrito “de” Romero Tellaheche saqueado a Amartya Sen, premio Nobel de Economía. Para todo efecto formal, la remoción certifica al espurio director del CIDE como plagiario; el efecto legal dependería de la Junta de Honor del Conacyt, que carece de él. En otras latitudes, el artículo habría sido tachado con una leyenda diagonal en letras rojas que dice REMOVED y la explicación respectiva.

Acá sólo se removió, pero, en fin: algo es algo y peor es nada…

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