Extraña cosa el ingreso del fiscal Gertz Manero al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) por órdenes superiores. La vanidad del fiscal le exigió con tal enjundia ponerse la medalla de académico que siete veces, durante 10 años, se querelló en vano contra las evaluaciones colegiadas negativas, hasta que tuvo la obviamente buena idea de saltarse a las comisiones evaluadoras.

Activó para ello al Conapred, que velozmente juzgó que el rechazo académico al fiscal fue motivado por “desprecio inmerecido” contra un “grupo humano que es víctima de la discriminación”, como dice la razón de ser de ese organismo de la Segob (combatir a quien discrimine por motivo de raza, origen étnico, religión, nacionalidad, edad, discapacidad, condición social o económica, preferencia sexual, etc.)

Así las cosas, desde la semana pasada existe un nuevo grupo humano víctima de la discriminación. Hasta el momento lo conforma sólo el fiscal Gertz, pero es grupo humano con futuro. En tanto que el Conapred lo declaró víctima y “el Conacyt de la 4T” decidió “reparar el daño”, se ha sentado un precedente: quien quiera ingresar al SNI u otra institución colegiada y sea rechazado, alegará discriminación y exigirá “reparación del daño”. En tanto que el daño consiste en ser reprobado, la idea misma de aprobar ha quedado en entredicho. Evaluar será ahora proceso judicial y las comisiones evaluadoras serán substituidas por abogados sagaces.

Es aquí donde me pregunto en qué medida este asunto surge sólo del ego pasado de peso de un poderoso, o si acabar con la idea misma de la evaluación pertenece al afán por acabar al SNI, esa institución meritocrática de clasemedieros ilustrados que, a los ojos del Supremo igualitario, es un cónclave de aspiracionistas corruptos.

Rodea el caso una densa oscuridad “transparente”. Se colige que “el Conacyt de la 4T” y de su directora, la Dra. Álvarez-Buylla, recibió el mensaje del Conapred (que no se conoce), ordenó ipso facto una “Comisión Especial Dictaminadora” (que no existe en su normativa) y le puso de titular (sin trámite colegiado) a un Dr. Ernesto Villanueva quien, ni tardo ni perezoso, confirmó que el fiscal fue en efecto víctima de las “apreciaciones subjetivas” de los evaluadores y ordenó su ingreso al SNI y con el nivel más alto, el que a otros nos tomó muchos años alcanzar. Y Álvarez-Buylla lo obedeció y coincidió con él en que los evaluadores son arbitrarios y parciales, poco objetivos y discriminatorios.

Personaje intrigante el Dr. Villanueva. Apenas en mayo escribió “Gertz Manero, el estulticia” (es decir: el tonto), en el que acusa al fiscal de dañar a la 4T, de usar a la fiscalía como “agencia de propaganda”, de ignorar “el sistema penal acusatorio” y, en suma, de ser un inepto y un incapaz. Un mes después ordenó que se le entregara el nivel III del SNI por “la calidad de su obra y su trascendencia nacional e internacional”.

¿Quién le habrá recomendado a Álvarez-Buylla un fiscal así de contradictorio para evaluar al fiscal así de estulto? Quizás su amigo John Ackerman, asesor y consejero de El Supremo y de Álvarez-Buylla. El Dr. Villanueva suele escribir editoriales en los que alaba a “mi colega y amigo Ackerman”, al “gran activo democrático” y al hombre “transparente” y de prestigio cuya riqueza, como ha explicado con detalle pasmoso, ha sido a su juicio bien habida.

Por último, el Dr. Villanueva y el Conacyt han avalado la “originalidad” de la obra del fiscal. Me temo que se equivocan, pero ya agoté mi espacio….