En su nuevo Informe de Gobierno, el Primer Mandatario volvió a referirse a quienes no coinciden con él como “adversarios” suyos y, por contagio de su Investidura Presidencial, de la Patria misma.

Hace poco opiné en estas páginas (“Escenarios para adversarios”) que si el Ejecutivo trata de “adversario” a un ciudadano lo agravia, pues desde su punto de vista, ya oficial, quien ponga en duda sus planes o decisiones atenta contra la Patria que él representa legalmente y, sobre todo, encarna “moralmente”.

Otro problema que deriva de esta formalización del “adversario” versus el Ejecutivo, y que sutilmente roza ya con el desplante autoritario, es que advierte a quienes disientan de él que el Ejecutivo también se considera su adversario, pues son personas moralmente descalificadas. La diferencia es que desde su poder ilimitado dicho Ejecutivo puede vigilar y castigar al adversario de muchas formas. Desde un poder de tal envergadura es inevitable suponer que toda declaración de adversidad incluya la advertencia, si no es que la amenaza.

Dudo que sea coincidencia que a esta nueva moralidad ejecutiva la acompañe un nuevo enfoque de su laborioso aparato de propaganda. Se formaliza también algo que funcionaba desde antes de las elecciones como una profecía ominosa, la de que había un complot para impedir el triunfo de López Obrador en las urnas en las elecciones de 2018.

Los propagandistas, que nunca reconocieron que su profecía quedó en ridículo, la trasladan hacia el nuevo escenario: aquellas fuerzas adversarias que iban a torcer las elecciones, se empeñan ahora en propinar al triunfal Presidente un golpe de Estado “blando” o “suave” o “soft”, o “light”, o...

Al buscar en las redes en qué consiste “el golpe blando” aparece luego luego Venezuela. Desde 2014, la cadena oficial de TV del gobierno, que se llama TeleSur, difunde un video (https://venezuelanalysis.com/video/10367) en el que se explica que “la derecha en Venezuela sigue los parámetros de la teoría ‘golpe suave’ del filósofo y politólogo Gene Sharp que consiste en derrocar gobiernos a través de métodos no violentos”.

Dar “golpe suave” tiene cinco pasos: el primero es el “Ablandamiento” (“propagar descontento en la sociedad promoviendo la criminalidad, el desabasto y las fracturas internas”); el segundo es la “Deslegitimación” (acusar al gobierno “de totalitarismo y pensamiento único”, al que opone a la “libertad de prensa y los derechos humanos”); el tercero se llama “Calentamiento de calle” (movilizaciones callejeras “para radicalizar la confrontación”); el cuarto es “Combinación de formas de lucha” para crear un “clima de ingobernabilidad”, y el quinto es “La fractura institucional”, que consiste en tomar calles e instituciones para hacer caer al gobierno por medio de “la resistencia armada”.

La narrativa (con todo y los monitos explicativos) ya se reproduce textualmente en México, advirtiendo que corremos el riesgo de que el “golpe blando” funcione como lo hizo en Honduras, Argentina o Brasil, pero aún no en Venezuela, que gracias a la genialidad de su líder Maduro, se dio cuenta a tiempo y lo combate con eficacia.

Es curioso que ahora que son altos funcionarios, pilares de la agitprop oficial, animadores de TV, ortodoxos orgánicos, secretarios de Estado y porristas del plenipotenciario, tantos intelectuales mexicanos reciclen la fantasía de 2018, cuando ululaban que iba a haber un fraude para impedir el triunfo del Líder. El método de “golpe blando” coincide a la letra con todo lo que fantasearon quienes realmente quisieron que sucediera ese fraude en 2018, uno que advertían con preocupación aparente pero que deseaban en el fondo, para extremar las contradicciones en las calles que es donde se da la “verdadera democracia”.

Ojalá que esta campaña sobre el “golpe blando” en México, que ya activaron el “imperialismo” y la “extrema derecha”, no sea la revivida aspiración de la ultra a “calentar las calles”. Y espero que la renovada iracundia del Presidente en contra de sus inmorales “adversarios” —a punto de ser graduados a traidores a la Patria—, no sea parte del compló.

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