En memoria de José de la Colina

Como es sabido por el pueblo unido, la semana pasada el Jefe Máximo, Lic. Andrés Manuel López Obrador, peroró extensa y enfáticamente sobre su tema preferido: que el que manda es él porque así lo dispuso la historia en general y el pueblo en particular y qué bueno, porque “vamos muy bien”.

El habitual discurso tuvo esta vez un giro inusitado: el pueblo que le pidió asumir el papel de Líder Nacional “no permitiría otro golpe de Estado” porque, a diferencia de Francisco I. Madero, que “no supo, o las circunstancias no se lo permitieron apoyarse en una base social que lo protegiera y lo respaldara”, Él sí tiene base social y además no es un “Apóstol de la Democracia”, sino la democracia misma. Acto seguido, el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas juzgó que en México, “no hay la más mínima oportunidad para los Huerta, los Franco, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren”.

Y fue así que luego de sentenciar que “no hay esa mínima oportunidad”, por el mero hecho de descartarla le dio existencia a lo que no existía.

Y entonces, para terminar, la Autoridad Competente mandó al pueblo a leer la fábula “Las ranas pidiendo Rey” de Esopo, hombre sabio a pesar de no ser mexicano. Y ahí fue donde se armó.

La editorial del Estado publicó 30 millones de ejemplares urgentes en la colección “Clásicos sin clase del Pueblo” y el pueblo leyó que la fábula se trata de que las ranas andaban jode y jode porque el estanque era un desmadre y no hay más que puro caos y entonces le piden a Zeus que mande una autoridad de favor y Zeus les avienta un pinche tronco que nomás salpica y entonces ahí van de nuevo las ranas jode y jode y Zeus que ya está hasta la madre de oír peticiones les manda una Serpiente que procede a comerse a las pinches ranas y listo: ya no hay ranas en el estanque, pero vaya que hay orden.

Pero la interpretación de la fábula resultó tan complicada que las ranas le tuvieron que pedir a Zeus que de favor les explicara la fábula de las ranas.

Así que el aparato de propaganda del Estado se echó a andar: la TV oficial buscó a Esopo para anunciarlo como “nuestro invitado de lujo” y para que explicara su fábula y pedirle un aplauso al público y el Instituto Nacional para Devolverle al Pueblo la Conciencia convocó a los hermeneutas y filólogos y exégetas a lanzar análisis e interpretaciones.

Porque, bueno, la fábula es complicada. Un veloz repaso a la erudición —resumida en la Wikipedia, multitudinaria enciclopedia popular al servicio de la reacción— sólo le agrega complejidad. En algunas exégesis, las ranas quieren orden sin perder libertad; en otras, se enseña a las ranas que es mejor ser ranas libres con problemas, que ranas sin problemas pero esclavizadas; los totalitarios la leen como una apología de la necesidad que tiene el pueblo de ser gobernado a base de serpientes; los anarquistas creen que es mejor que el estanque sea un desmadre a que lo gobiernen Dios o un Amo; los tiranos la leen como una apología del poder absoluto; los ilustrados denuncian a las ranas por no estar a la altura de las responsabilidades racionales y democráticas; los evangélicos regañan a las ranas por haberse merecido la maldición divina por no arrepentirse de sus pecados; los neoliberales proponen poner un restaurante que venda ancas de rana a las brasas aprovechando el leño, etc.

Como las ranas seguían sin entender su propia fábula, los intelectuales orgánicos se pusieron en columnas, TV y radio a precaver a las ranas sobre las malas serpientes y a discutir sobre cómo organizar ranas y darles becas y a acusar de golpistas a las ranas no bolivarianas, mientras que la Agencia Ranamex enfatizó lo malvada que es la Serpiente y lo necias que son las ranas que no se han dado cuenta de que ya son felices porque hay una compañera Rana Primera Mandataria que las cuida y las guía y está a su servicio, etc.

La interpretación más cruel es la que dio Lessing: cuando la Serpiente se está comiendo a las ranas, una le pregunta: “¿Por qué nos devoras?”, a lo que la Serpiente responde: “Porque ustedes me convocaron”. Y cuando la Rana le dice que ella no estuvo entre las ranas convocantes, la Serpiente le responde: “Bueno, pues a ti te comeré por no haberme convocado”.

Moraleja: hay que ser ranas buenas para que Zeus esté feliz.

@GmoSheridan

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