La semana pasada, el Supremo anunció que el aeropuerto “Felipe Ángeles” será el “mejor del mundo”. Acceder a esos datos verídicos no es sencillo. Porque no se trata de baladronadas sino de mediciones científicas complejas con procesos analíticos empíricos de alto nivel mundial.

Fuentes de alto nivel nos informan que en los bajos del Palacio Nacional por el que deambula el Supremo en íntimo recogimiento y soledad, acompañado sólo por un equipo de camarógrafos, hay un búnker que resguarda una proeza de la tecnología mexicana, que es la mejor del mundo. Se llama el Medidor Nacional de Grandeza Mundial (MENAGRAMU) que, construido con las propias especificaciones de avanzada y con tecnología de punta dictadas por el Supremo, es el mejor instrumento del mundo para medir cómo México es lo mejor del mundo.

El MENAGRAMU es (básicamente) un detector catalítico-epistémico de vapor generado por trapiche que avienta unos rayos láser de protón deslactosado que rebotan por el mundo recogiendo quarks de ondas alpha-omicrón sobre una amplia gama de circunstancias dadas o conjeturales que, recicladas en racimo cuántico, se envían por betamax al satélite Morelos IV que luego los enchufa a un condensador computarizado de última generación que analiza los datos y los procesa en modelos dinámicos no lineares hasta arrojar un resultado estadístico en un gráfico que se proyecta sobre un espejo en forma de pantalla catódica en la que se mira el mundo y el lugar que tiene México en dicho mundo.

Cada vez que se ofrece evaluar el nivel de México en el mundo, el Supremo desciende a ese búnker Turanbul y se le pone enfrente y le dice “Espejito, espejito, ¿qué lugar ocupa México en el mundo en lo tocante a… (aquí se pone el nombre de lo que sea que haya que evaluar y se oprime la tecla IN).”

Luego de una secuencia con harto píxel y subpíxel y de hípercarreteras BIOS y maromas del CPU y sinapsis del SRAM (dinámico) y del ROM y el RAM térmicos que se codifican o descodifican en los HD Drives pasando por la memoria volátil, por protocolos EPROM y EBCDIC y de echar en el comal el kylobite, y luego de que el aparato se zangolotea y se cimbra haciendo ruiditos, aparece en la pantalla un ballet folclórico de gráficos digitales y cascadas de guarismos binarios hasta que sale por el OUTPUT la respuesta al Supremo sobre si algo o alguien (mexicano) es lo mejor del mundo.

Hasta la fecha, el MENAGRAMU ha detectado no sólo que el futuro aeropuerto de México ya fue el mejor del mundo, también, luego de copiosos análisis comparativos, ha detectado que Hugo López-Gatell Ramírez es el mejor del mundo en lo que viene siendo el control de plagas; que Salgado Macedonio es el mejor abusivo sexual del mundo; que nuestra Revolución es la mejor del mundo; nuestro Covid el primero del mundo; Bartlett es el más honesto del mundo y el beisbolista mexicano el mejor del mundo y Manzanero el mejor del mundo, y que nuestro pueblo en general es el mejor del mundo.

Y un día el Supremo le ordena al Jefe de Prensa (el mejor del mundo) que le pida a Lord Molécula (el mejor del mundo) que le pregunte espontáneamente si él es el Mejor Líder del Mundo y él responde que no, que según una encuesta es sólo el segundo mejor del mundo, después de Narendra Modi, lo que es un estímulo para esforzarse en ser el mejor del mundo en la lucha contra la meritocracia.

Y que como para él “el poder es humildad” acepta su segundo lugar con una modestia que es, obviamente, la mejor del mundo.

@GmoSheridan

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