La semana pasada fue desconcertante observar a los legisladores (es un decir) gobiernistas entonando (otro decir) en la Cámara de Diputados “Las mañanitas” en honor de su Líder Supremo, Sr. y Lic. Don Andrés Manuel López Obrador.

En un febril arranque de cariño sincero, decenas de diputadas y diputados se apoderaron de la máxima tribuna parlamentaria para rellenarla de fervor femenil o, en su defecto, viril, con bastante meneo de lonjas legislantes, pechugas parlamentarias y caderas consistorias, que cubrían de parabienes al Supremo.

Fue un auténtico mitin social cargado de globitos y un coro cacofónico de tal manera desafinado que debería haber sufrido moción de orden por la salud auditiva de la Patria. Los tribunos y tribunas, orgasmeantes y anhelantes, berrearon un punto de acuerdo de amor al Supremo con un pastel ambulatorio que navegaba las olas civiles recopilando baba partidaria. Y todo frente a un simbólico público: sus propias vacías curules, esas donde suelen cultiatornillarse para acometer la encomienda de dizque legislar para dizque todos (y en provecho de Uno solo).

Rara cosa: el legislativo berrea una canción que le expresa al Supremo la voluntad de mirarlo dormidito con su conciencia tranquila, de ir a despertarlo y explicarle que ya las mañaneras cantan, que gracias a su majestad nacen las remesas y trinan los ruiseñores a sueldo, así como para informarle que Bartlett, el señor sereno, ya apagó su linternita para que pase Obrador.

Recordé que durante el porfiriato, el onomástico supremo se convirtió en ceremonia oficial anexa, pues ocurría el 15 de septiembre, por lo que el nombre del dictador se agregó a la lista de los previos padres de la patria. Al principio la cosa no pasaba del banquete con aduladores, pero pronto se graduó a “felicitación oficial” y luego a ceremonia formal con “espectáculo público” que iniciaba con serenata ante el Palacio y culminaba en el zócalo con fuegos artificiales.

El periódico El Imparcial, por ejemplo, informó en 1906 que “La ceremonia de la felicitación no es un simple acto oficial, sino que los manifestantes proceden por convicción y admiran, aman y respetan sinceramente al caudillo que en poco más de un cuarto de siglo ha transformado (sic) por completo a la república y ha colmado de beneficios a toda una generación”. El dictador lo merecía: , pues ya era “patria sustantivada”.

Lo mismo que hoy, pues.

Otro detalle: el vigente Supremo agradece diciendo que “amor con amor se paga”, proverbio que a su parecer cifra su amasiato con la Patria pero que, en realidad se refiere a cobrarse venganza contra mujeres malas, como cantan los charros: a mi amor “lo rompites por ser insoluta… amor por amor se paga y algún día te cobraré”. A saber si El Supremo se considera el Charro lastimado o la Patria traicionada, pero sea como sea la cosa no acaba bien: “el mundo está lleno de penas y esas penas serán tu castigo”. Chin.

Un último detalle: no es buena idea que el Supremo diga que “los amo desaforadamente”. ¿De dónde sacó tan vasto adverbio? Es tonante, sí, pero agresivo, pues su primera acepción es “que obra sin ley ni fuero, atropellando por todo”. Chin bis...

POSDATA. Hace ya dos semanas que un grupo de investigadores del SNI (ya suman más de 200) enviamos a la Junta de Honor del Conacyt una carta formal denunciando los plagios académicos del investigador nacional Alejandro Gertz. No ha habido respuesta.