A finales de mayo, el presidente López Obrador puso a temblar de nuevo a la comunidad científica que labora en dependencias cuyo financiamiento proviene del Estado: decretó un recorte del 75% a su gasto operativo, pero aclaró que la medida no afectaría su funcionamiento porque según la ciencia popular no neoliberal 100 es lo mismo que 25.

El 28 de mayo, preguntado si el recorte afectaba a la ciencia, respondió que no, que ante esas medidas la gente cree que “se va a quedar sin comida”, y explicó que “siempre es así para mantener los abusos, el influyentismo, el nepotismo, todas las lacras de la política”. No, insistió, no se trata de acabar con la ciencia, sino de “poner un alto a los abusos y actos de corrupción”.

Hay en cambio centros que han aumentado mucho sus presupuestos, como el “Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad” (PUEDJS) que hospeda la UNAM bajo la dirección de John Ackerman, quien se ufanó ante Juan Ramón de la Fuente, refiriéndose a la UNAM, que AMLO “ya nos encargó desarrollar discusiones sobre el tema de la Cuarta República”. Y la UNAM tuvo que ceder…

También acató el encargo el Conacyt, pues otorgó financiamiento para cinco años al proyecto de Ackerman, “Democracia, culturas políticas y redes socio-digitales en México en una era de transformación social”, un proyecto al parecer más relevante que los del Cinvestav, por ejemplo.

Bien mirado, el encargo de AMLO debió ser para el Instituto de Formación Política del MoReNa, en el que Ackerman es también un alto funcionario. No sabe el MoReNa qué hacer con cientos de millones (que podrían salvar a los centros de investigación científica), pero Ackerman y AMLO prefirieron usar los recursos de la UNAM y el Conacyt.

Durante el desasosiego que vivieron los científicos, tachados además de porfiristas, surgieron en las redes acusaciones de nepotismo contra Ackerman y su esposa, secretaria de la Función Pública (SFP), Irma Sandoval Ballesteros, quien lleva años denunciando la corrupción, el favoritismo y los privilegios y arguyendo que en México “la transparencia estimula la creación de ciudadanos participativos y críticos y al mismo tiempo ofrece nuevos incentivos para prevenir la corrupción y el abuso de poder entre los funcionarios gubernamentales”.

Bueno, estimulado por esa transparencia y acogiéndome a la figura del “ciudadano alertador” que la titular de la SFP ha establecido, participativo y crítico que soy, creo mi deber alertar que John Ackerman le ha dado trabajo como “secretaria técnica del PUEDJS” a Rebeca Ballesteros Corona, tía de su esposa. Según el Portal de Transparencia Universitaria, comenzó a cobrar el 2 de febrero de 2020 un salario que no tienen miles de profesores de asignatura y que a muchos de planta les toma años alcanzar. La Sra. Ballesteros, además, en tanto que “recurso humano”, puede recibir parte del financiamiento que otorgó el Conacyt. Así pues, Ackerman y la secretaria Sandoval Ballesteros cometieron lo que nuestro Presidente llama “nepotismo, lacra de la política”.

En el informe anual del PUEDJS se lee también que Ackerman ha contratado como webmaster a Marisol Espejel Ballesteros (aunque el segundo apellido se le esconde), hija de la señora Rebeca Ballesteros, prima de Sandoval Ballesteros y esposa de Ackerman, por lo que cometieron lo que nuestro Presidente llama “nepotismo, lacra de la política”.

Otra de las primeras actividades del PUEDJS consistió en un acto en honor de Susan Rose-Ackerman, madre del director del PUEDJS, en la UNAM, cuyo coordinador de Humanidades agradeció a Ackerman que invitase a Rose-Ackerman a presentar su libro Corrupción y gobierno: causas, consecuencias y reformas. Eso fue el 9 de octubre de 2019. Al día siguiente, Rose-Ackerman impartió la conferencia “Combate a la corrupción” en la SFP, acogida por su titular, Irma Sandoval Ballesteros de Ackerman.

Hay otros casos de nepotismo al estilo Ackerman Sandoval sobre los que ya he escrito, pero sucedieron antes de que López Obrador fuera el Presidente. Si el nepotismo es “lacra de la política” y esa lacra está contra él y su “Cuarta Transformación”, puede probar ahora, sobre todo por tratarse de sus operadores antilacras, que “no somos iguales”.

Atte. Guillermo Sheridan, “Ciudadano Alertador” invitado por la SFP a alertar “SIN SUFRIR REPRESALIAS”.

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