Debido a la zona gris en que se encuentran los medicamentos a base de cannabis en México, en muchos establecimientos es posible encontrar productos que dicen ser de CBD. Como sabemos, el CBD es solo uno de los más de 400 compuestos (alrededor de 120 del tipo cannabinoide) conocidos que contiene la resina de la flor de la planta hembra del cannabis. En los últimos años, el CBD ha adquirido notoriedad por ser el responsable principal de ciertos efectos considerados medicinales, principalmente como anticonvulsivo, y aquellos relacionados con el sistema nervioso central (SNC) así como por ser un efectivo regulador del sueño. Cada vez son más los casos de gente con epilepsia que, usando el CBD, logran controlar en mayor o menor medida episodios epilépticos o movimientos involuntarios como los que caracterizan a enfermedades como el síndrome de Parkinson.

Bajo estas premisas, cada vez es más frecuente encontrar en nuestras comunidades algunas de estas tiendas.

Ejemplo de ello son la cadena de tiendas , que hasta el momento cuenta (o eso dice su página) con 65 tiendas en las principales ciudades del país. Según ellos mismos, tienen la intención de abrir muchas más, y para ello invitan a inversionistas a adquirir tiendas bajo el mecanismo de franquicias. Entre sus dueños figuran, de manera prominente, el expresidente y empresario Vicente Fox y una persona conocida en la vida pública del país: el actor y también empresario Roberto Palazuelos

Como otros establecimientos formales dedicados a los productos de cannabis, esta franquicia aprovecha la ola expansiva de popularidad del CBD. Sin embargo, resulta dudoso aún qué son, y cómo se producen, las mercancías que ofrece, más allá del escaso surtido que como smokeshop presentan en sus establecimientos.

Los productos de CBD que ofrece Paradise por la información qué hay en su sitio, carecen de información concisa y explícita de sus componentes, del método por el que fueron procesados y, desde luego, de algún registro sanitario, lo que representa un riesgo potencial a la salud de los consumidores .

Aun cuando se encuentra más que probado que el cannabis, en su forma natural, representa pocos o muy bajos riesgos a la salud, lo cierto es que cuando la resina original de la planta es separada de la materia vegetal que la produce, para después ser administrada mediante dispositivos como vaporizadores o comestibles, tanto el proceso de extracción -generalmente vía solventes como alcohol o gases como butano o el CO2-, así como los productos en los que posteriormente se diluye el concentrado -glicerina y otras sustancias parecidas- sí pueden significar un riesgo para la salud.

Por ello preocupa que, sin una regulación puntual sobre los productos de CBD, existan ya compañías y comercializadoras de los mismos que convenientemente omiten precisar el origen y la legalidad de los productos que ofrecen. Más aún, la página de dicha compañía pareciera querer atraer inversiones a un mercado muy prometedor, pero cuyos alcances y limitaciones no pueden ser conocidos el día de hoy, o al menos hasta que tales regulaciones tengan un carácter formal en el país.

Es preciso, por lo tanto, tener cuidado con este tipo de tiendas. En distintas visitas a algunas de ellas hemos encontrado productos legales y marcas conocidas, pero también productos que diciendo ser hechos a base de CBD, no ofrecen mayor información para el consumidor. Si a ello añadimos que estos establecimientos parecen no cumplir con sus propios horarios, y las personas que los atienden saben muy poco o nada de los productos que ellos mismos venden, más vale tener cuidado con lo que allí se promueve como "productos para el bienestar".

Es por ello que la industria del cannabis en México, que progresivamente adquiere mayor formalidad y profesionalismo, debe estar alerta para detectar aquellas prácticas que se alejen de la ética comercial más básica: la salud de los consumidores es un asunto serio que merece la máxima responsabilidad de todos.

Por ello, seguimos demandando la instrumentación de reglas claras, y una autoridad sanitaria que se guíe por principios que protejan la salud pública, no los intereses comerciales de unos cuantos. Empresarios poco éticos -como parecen ser los inversionistas de Paradise- deberán de probar la seguridad de sus productos bajo una regulación clara y equitativa para todos.

Mientras tanto, mejor pecar de desconfianza que poner en riesgo nuestro capital, si es que uno quiere invertir en esta nueva industria, pero más importante aun: en nuestra propia salud.

www.anicann.org 

Google News

TEMAS RELACIONADOS