Desde hace seis años en México es posible que una persona, con receta médica, pueda importar productos derivados del cannabis, concretamente cannabidiol (CBD), con fines medicinales. Esto fue posible gracias a una serie de juicios de amparo que hicieron evidente que este uso es una necesidad real para mucha gente en nuestro país. El acceso a estos medicamentos forma parte de garantizar el derecho a la salud de las personas.

El uso medicinal del cannabis es una realidad en las leyes mexicanas desde junio de 2017, cuando se promulgó la reforma que permite la importación de compuestos de CBD con menos de 1% de THC (tetrahidrocannabinol, la sustancia responsable de los efectos psicoactivos de la planta del cannabis). En esa reforma a la Ley General de Salud se levanta la prohibición de importar y de la producción con fines médicos y de investigación.

Este es una legislación tendente a permitir en México la presencia de compuestos de grado farmacéutico que atraviesan por una serie de pruebas clínicas y preclínicas que pueden requerir una costosa inversión en tiempo y en recursos económicos. Estos compuestos, aislados y en cantidades mensurables, se usan como ingredientes de las medicinas de patente por su estabilidad y por ser seguros para el consumo humano.

Más de tres años después de esa reforma, el 12 de enero del presente año, se promulgó en el Diario Oficial el “Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Control Sanitario para la Producción, Investigación y Uso Medicinal de la Cannabis y sus Derivados Farmacológicos”, cuyas disposiciones establecen la manera en que la industria mexicana puede participar en el desarrollo de nuevos productos y producir cannabis con los fines que ahí se delimitan.

Sin embargo, el retraso en la emisión del reglamento que normaría la nueva realidad legal del uso medicinal del cannabis generó la emergencia de un mercado gris en el que participan a) fabricantes de productos de aplicación tópica como pomadas, ungüentos y aceites como parte de quienes practican la herbolaria y la medicina tradicional desde tiempo inmemorial en el país; b) productores de extractos de CBD de “espectro completo” (es decir, con todos los componentes químicos de la planta), emprendedores que ante la noción de que ”ya es legal” el uso medicinal del cannabis pusieron en marcha talleres de extracción artesanal y lo producen con diferentes grados de calidad, dado el origen incierto de la materia prima y los métodos que tengan a su alcance por el tipo de laboratorio en donde se produzca; y, finalmente c) importadores de CBD que lo ingresan ilegalmente al país envasado o a granel (para poder agregar su marca), en forma de bebidas, alimentos y una gran cantidad de presentaciones.

No es casualidad que el mercado mexicano se haya convertido en un área gris en la que actualmente existe una creciente cantidad de productos que dicen contener CBD, ya sea en diluciones, comestibles, vaporizadores y un sinfín de presentaciones; si bien generalmente los acompaña la leyenda de "espectro completo" o "amplio espectro", lo que indicaría la presencia de más cannabinoides. Estos productos no pueden ser considerados formalmente como medicamentos, dado que no han cursado las rigurosas pruebas y procedimientos a los que un compuesto considerado como tal debe ser sometido. Es tarea de las autoridades aclarar este mercado gris, de lo contrario, puede conllevar riesgos a la salud por no contar con controles de calidad adecuados.

La industria mexicana del cannabis, para que tenga un efecto benéfico en la salud de la población mexicana y pueda ser competitiva, debe centrarse en el desarrollo de medicamentos que cumplan con los más áltos estándares de calidad a nivel internacional. No son pocas las empresas mexicanas que cumplen con los requisitos necesarios para atender la demanda nacional y además exportar sus productos, solo falta que se agilice la posibilidad de acceder a licencias y permisos para hacerlo realidad.

En días pasados, el Senador Ricardo Monreal reconoció la importancia del cannabis al señalar la urgencia de legislarlo en este periodo de sesiones del Congreso. Saludamos la propuesta y no dudamos que el objetivo será buscar el beneficio para la economía y el desarrollo de nuestra sociedad.

México lo agradecerá.

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