El cultivo, transformación y consumo cannabis se ha legalizado en lugares como Canadá y Estados Unidos, donde a diferencia del territorio mexicano, el clima no favorece todo el año a la agricultura por lo que se recurre a los cultivos de interior, esta es una de las formas más modernas y populares para el cultivo de cannabis, con la planta alejada del sol, la lluvia y el medio ambiente.

Los productores de interior encierran a las plantas en edificios sin ventanas para controlar el medio en el que la planta crece, lo que permite que tanto el tiempo de iluminación como la nutrición, tipo y cantidad de agua de riego, entre otros factores se puedan elegir para cubrir las necesidades específicas de cada cepa de cannabis lo que mejora la calidad del cultivo, aunque reduce el rendimiento.

El cannabis cultivado en interiores alcanza mayores concentraciones de sustancias activas y un mayor precio en el mercado, pero es precisamente este método el que tiene mayor impacto en el ambiente y el que produce la mayor huella de carbono. La huella de carbono se refiere a las emisiones de CO2 que una actividad humana libera a la atmósfera.

En interiores, el cultivo de cannabis produce un total de 4 mil 600 kilos de dióxido de carbono por cada kilo de planta, mismo que se libera a la atmósfera y contribuye a la contaminación y otros fenómenos como el calentamiento global. Para tener una idea de cuánto significa esto, es la misma cantidad de CO” que producirían 4 vuelos redondos en avión de la Ciudad de México a Nueva York; para que un auto produjera esta cantidad de carbono tendría que ser una camioneta tipo SUV y debería recorrer 20 mil kilómetros en un año.

Las emisiones del cannabis de interiores se producen principalmente por su alto consumo de energía para alimentar las lámparas que requieren las plantas para crecer. En Estados Unidos, desde 2012 año en que Colorado y Washington se convirtieron en los primeros territorios de ese país en legalizar el consumo de cannabis con fines recreativos, se han hecho diversos estudios calculan que la energía utilizada para este tipo de cultivo equivale al 1% del consumo de ese país, equivalente a 6 mil millones de dólares o 1.7 millones de hogares y ha ido en aumento.

A esto se le suma la cifra negra de consumo energético de instalaciones de cultivo que pertenecen a criminales en el mercado negro, que usualmente aprovechan conexiones irregulares a la red eléctrica para no pagar el servicio. Esta suma de factores convierten al cannabis de interiores en un cultivo no sustentable, especialmente para la situación actual del mundo, que se enfrenta a altos niveles de contaminación y al calentamiento global.

Entonces, en países con climas fríos, como Estados Unidos y Canadá, el cultivo además de generar contaminantes, incrementa los costos de producción pues se tienen que sumar a los costos agrícolas, la infraestructura necesaria y el consumo de energía, en México eso no es un problema, pues todo el año se puede sembrar ya sea a cielo abierto o en invernaderos de baja tecnología, que reducen los costos, aumentan la producción y hacen posible reducir la huella de carbono de la industria cannábica e incluso lograr que llegue a cero.

La producción a campo abierto ha sido suficiente por milenios para abastecer la demanda de cannabis, incluso durante los 100 años de prohibición y al optimizar las prácticas de cultivo haciendo uso, por ejemplo, de invernaderos de baja tecnología, que implican menor impacto ecológico e incluso una inversión menor en infraestructura para la producción de cannabis.

No es poco común que las leyes que se aprueban en todo el mundo pasen por alto la regulación de la demanda energética de la industria del cannabis o la cantidad de emisiones de CO2 que esta produce, en México estamos a tiempo de que estas prácticas estén presentes en la legislación que dicte las reglas de operación de esta planta.

Las ventajas que representa la legalización del cannabis en México son innegables, van desde la generación de nuevos empleos hasta la recaudación de impuestos y atracción de nuevas inversiones. El suelo mexicano es óptimo para la producción del cannabis, al ofrecer mejores condiciones agroecológicas que otros mercados donde ya es legal el aprovechamiento de estas plantas, lo que repercute en menor uso de recursos y un sistema de cultivo realmente sustentable, cada día que pasa representa pérdidas para la industria mexicana, se debe legislar ya.

Presidente de la ANICANN

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