En las últimas semanas hemos recibido noticias y comentarios de muchas fuentes, noticiosas y profesionales, alertando sobre un brote inflacionario “post pandémico” en varios países del mundo, pero claro, nos importa más México. ¿Es esto cierto? ¿Qué explicaciones hay? ¿Qué podemos esperar para el resto del año y el 2022?

Primeramente, y para aclarar la misma información, hay que entender qué es la inflación y qué efecto tiene en nuestra economía. Según el Banco de México (Banxico), la inflación es un fenómeno económico relacionado con el aumento desordenado (yo diría desproporcionado) de los precios de la mayor parte de los bienes y servicios que se comercian en una economía o país, esto claro por un periodo de tiempo prolongado. Bajo esta definición, una variación en los precios de un puñado de productos no sé debe contabilizar como inflación. Esto significa que, si bien algunos productos ocasionalmente podrán tener ajustes en sus precios, dependiendo de los vaivenes del mercado, oferta y demanda, pero eventualmente esto no se traducirá en inflación.

En este punto, cabe decir que, los precios son el resultado de la interacción de oferentes y demandantes de un bien o servicio en un mercado de competencia. En donde la abundancia o escasez de un bien o servicio, así como la demanda por el mismo, determinan su precio. Tomemos por ejemplo el precio del Bitcoin; que a principios del 2019 estaba por debajo de los $4,000 dólares por unidad, y llegó a estar en más de $60,000 hace unos meses. ¿Qué hizo esta variación tan notable? ¿Fue la inflación? No, fue la interacción de 2 variables del mercado, una fue la preferencia del público, y la otra su relativa escasez. Sin embargo, esto no generó una inflación generalizada.

Ahora bien, ¿quién mide la inflación? Pues, en México, esto corresponde al Instituto Nacional de Estadística y Geografía de nuestro país (INEGI). El INEGI llevan a cabo una encuesta denominada de ingreso-gasto y conocen el perfil de consumo de los hogares mexicanos, bueno, digamos que al menos en buena parte. Con esta información, el INEGI evalúa los movimientos de precios de muchos productos y toman un promedio ponderado (con referencia al gasto total) de estos movimientos, el cual viene a ser la inflación en un período determinado de tiempo. Para que el lector tenga una idea, cada mes el INEGI da seguimiento a 235 mil precios en 46 ciudades del país.

Es debido a esta metodología que a veces los aumentos de precios que vemos cuando vamos al súper no corresponden con la inflación publicada. Y es aquí cuando algunos de ustedes dirán, ¡pues acabo de ver el precio del pollo y subió más que la inflación! Y la respuesta es que, la inflación es un “promedio ponderado” de la variación de precios en muchos productos, y no sólo de uno.

Ahora bien, ¿se puede decir que existe una inflación buena y otra mala? Pues nada en economía es un claro si o no, pero el consenso de muchos economistas es que una inflación anual del 2% es relativamente sana, pues promueve el crecimiento económico. Pero, algo más elevado que esto, puede ser contraproducente. También sería contraproducente una baja generalizada de precios, o deflación, pues ocasionaría un alto en la economía.

Qué sucede hoy en día con la inflación. Pues hemos experimentado un aumento importante de precios debido a una relativa escasez de materias primas debido al dislocamiento de cadenas de valor global, por una parte, y por la otra, una inusitada demanda generada por estímulos económicos. O sea, menos productos a ofrecer y más dinero para comprarlos, generando esto una inflación que ronda ya el 5% anual.

¿Seguirá así por un tiempo prolongado y/o podrá aumentar más? Pues la verdad es difícil predecirlo. Pero, mientras las condiciones descritas prevalezcan en el mercado, lo más probable es que sí se mantenga una inflación alta, e incluso pueda aumentar todavía un poco más antes de bajar. Razón por la cual Banxico ya ha actuado, aumentando las tasas de interés (que es una especie de freno a la economía para causar baja en la demanda) para que esto controle los precios.

Sin embargo, La Reserva Federal de EU (su banco central) no lo ha hecho, aunque el consenso de muchos economistas es de que para finales de año lo haga. Si la Reserva Federal elevara la tasa de interés en EU para finales del año, y aún más para el 2022, entonces podríamos ver una contención a la inflación.

Finalmente, ¿es esta inflación producto de la pandemia? Y la respuesta es ¡sí!, pues los brutales paros o confinamiento de los mercados globales ocasionaron un primer choque en la oferta, al poner un freno en la producción de bienes, y por la otra, puso un freno en la demanda de ciertos bienes duraderos y un aumento en la demanda de bienes esenciales y de higiene, creando ondas de choque que dislocaron cadenas de valor a nivel global y también en México. Muchas empresas no sabían qué producir, cuándo producirlo y para quién producirlo, otras no daban crédito a los grandes pedidos por mascarillas, desinfectantes, medicinas, y papel higiénico. Bueno este último caso todavía no sabemos la razón, y al parecer, ya se formó un grupo interdisciplinario para investigar dicho fenómeno.

Peor aún, cuando se decidió inyectar un flujo monetario importante para incentivar la demanda, sobre todo en EU, esto ocasionó que la onda de choque se profundizara aún más. Imaginen ustedes que por asares del destino, y con el auto en marcha, se les va la mano y mueven la palanca de cambios en su auto de “D” a “P” y de nuevo a “D” pero con el acelerador a fondo, ¿qué creen que pase? ¡Exacto! Van a oír un ruido raro en la transmisión.

Entonces, lo más probable es que terminemos el 2021 con una inflación del 5-6% en México, y algo alrededor del 3-4% para el 2022. Esto suponiendo que las ondas de choque en los flujos mundiales de comercio ya se hayan pasado, y recuperándose ya la normalización de las cadenas de valor global.

Consultor en Comercio Internacional e Inversión Extranjera, con más de 40 años de trayectoria en los sectores privado y público.

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