Muchos papás golfistas están obsesionados con que sus hijos practiquen el deporte y les compran palos de plástico desde que empiezan a caminar. Eso está bien, siempre que sea un juego más dentro de su jardín. Sin embargo, comenzar a tomar clases más formales y con palos de verdad antes de los cuatro años no es recomendable, ya que los niños aún no tienen la fuerza ni, sobre todo, la capacidad de concentración necesaria.
Si quieres que tu hija o hijo juegue para siempre, hay que introducirlo en el golf de una manera adecuada. Lo más importante para que un niño adquiera el gusto desde pequeño es que se divierta y se sienta motivado constantemente; de lo contrario, puede resultar aburrido. También considera que, si como papá lo vas a acompañar en este proceso, debe ser desde el rol de papá y no desde el de coach.
Existen muchos juegos tradicionales —como el gato, la rayuela o el tiro al blanco— que se pueden adaptar a la enseñanza del golf, para hacerlo lúdico y divertido. También es fundamental que los niños usen bastones adecuados a su estatura y, sobre todo, diseñados especialmente para ellos.
Desde un inicio, hay que enseñarles que el golf es un deporte individual, en el que el verdadero reto es con uno mismo. Muchos niños se sienten presionados por lo que hacen los demás o por las expectativas de sus padres. Pero no hay que olvidar que el golf es como una vida en miniatura: Está lleno de satisfacciones, retos, fracasos y lecciones. Enseña a vivir el presente y a desarrollar resiliencia.
Introducir a tu hijo en el golf puede crear un vínculo familiar muy especial, además de aportar valores para la vida, ya que es un deporte que forma grandes personitas.
Y algo importante: El golf no es para todas las personalidades. Si a tu hijo no le gusta, no lo obligues. Si aprende a disfrutarlo, el amor por este deporte lo acompañará.
Marta Ostos
Socia Fundadora Kudos Academia de Golf
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