La Décima edición de la Cumbre de Líderes de América del Norte concluyó con un acto que dejó un mal sabor de boca en los asistentes: después de discursos que plasmaron la visión de Estados Unidos y Canadá para la región, el presidente López Obrador se dedicó a promover sus programas e ideas personales. La rueda de prensa final se convirtió en una mañanera más, ante la perplejidad de nuestros huéspedes.

A pesar de las historias y anécdotas, los tres países concretaron importantes acuerdos en materia de inversión, competitividad, innovación, energías limpias y cambio climático, migración irregular, combate al tráfico de armas y drogas y a la trata de personas, crisis sanitaria y sociedades diversas, inclusivas, equitativas y democráticas.

La visión futura para América del Norte es la de una potencia económica mundial, verde, segura, competitiva y vanguardista. Así, se planteó la necesidad de atraer cadenas de suministro de semiconductores, aumentar la movilidad estudiantil y desarrollar una fuerza laboral de vanguardia.

Los países reconocieron la urgencia de adoptar medidas ambiciosas para construir economías basadas en energías limpias y reducir emisiones de metano, además de desarrollar un Plan de Acción para la Reducción de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.

Ante la crisis migratoria, se acordaron acciones para asesorar legalmente a las personas que migran, aumentar el intercambio de información y mejores prácticas sobre trabajadores temporales, aumentar la rapidez, la eficiencia y la equidad de los sistemas de procesamiento de asilo, y contrarrestar la xenofobia y la discriminación.

En materia de seguridad, se adoptaron compromisos para combatir a los grupos criminales, intercambiar información sobre químicos utilizados en la fabricación de fentanilo y otras drogas sintéticas, así como promover la seguridad nuclear, tecnológica, física y cibernética. Además, se acordó combatir la violencia contra mujeres, indígenas y la comunidad LGBTQI+.

Los tres líderes se comprometieron a compartir información y a desarrollar políticas públicas para protegernos contra las crisis de salud actuales y futuras, y promover la equidad y la justicia racial en nuestras políticas públicas. Todas estas son buenas noticias para la región y para México.

No obstante, nuestra política exterior sigue dos vías divergentes: por un lado, están acciones como el reciente acuerdo para la protección de menores y derechos laborales de migrantes, que incluye medidas de movilidad laboral para que en 2023 viajen a Estados Unidos 400 mil mexicanos; pero por otro lado, están las ideas y ocurrencias presidenciales que dañan nuestras relaciones con Canadá y Estados Unidos, como la imposición de un arancel del 50% al maíz blanco, que puede generar problemas en el abasto interno, en los precios y en nuestras relaciones comerciales. México está destinado a ser parte de la región más próspera y pacífica del planeta y lo hará, tarde o temprano, con, sin o a pesar del presidente López Obrador.

Senadora por Baja California.
Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.
@GinaCruzBC

Google News

TEMAS RELACIONADOS