Un nuevo caso de violencia familiar sacudió al deporte mexicano. Sergio Mitre , pitcher de los Saraperos de Saltillo, fue detenido y se le abrió una carpeta de investigación por presunto feminicidio, en agravio de una menor, hija de la que es su actual pareja. En este penoso incidente, además, también está señalado por posesión de drogas.

Terrible, en verdad que es terrible enterarse de este tipo de historias, que no son más que un reflejo del deterioro de la sociedad, y que en el caso del deporte, no es el primero que se hace público, y lo peor, el implicado tenía antecedentes que no fueron castigados en su momento.

Por eso toma relevancia la respuesta que tuvo la Liga Mexicana de Beisbol, hoy presidida por Horacio de la Vega. Una respuesta muy diferente a la que hubo en 2019, cuando a final de la temporada, el mismo Mitre fue detenido por violencia en contra de su entonces pareja. La directiva de Saltillo condenó los hechos y aseguró que iba a investigarlos, pero todo quedó en eso, lo mantuvieron en el equipo y se esperaba que jugara para esta temporada que finalmente se canceló.

Por su parte, en aquella ocasión, la LMB, dirigida por Javier Salinas, no reaccionó como debía, como sí lo hizo con esta nueva administración que envió un comunicado para anunciar la suspensión inmediata de este lanzador al estar implicado en la investigación de un delito grave. En el caso de los Saraperos, no podían dejar pasar otro caso de violencia del mismo jugador, aunque siempre quedará el reproche de por qué no hicieron más en 2019.

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El comunicado de la LMB, que preside De la Vega, es contundente: “Con base en el reglamento vigente, el lanzador Sergio Mitre queda suspendido de manera indefinida, al estar bajo investigación por su presunto involucramiento en un delito grave”. Y es que además del castigo que debe recibir, de encontrarse culpable, por parte de las autoridades de nuestro país, la Liga no podía esperarse para determinar las acciones a aplicar. Hizo lo correcto, reaccionar de inmediato y mostrando altos valores. El resto ya será cuestión de la aplicación correcta de la ley y el proceso que tendrá que llevar este hombre.

La LMB, ahora sí, dio golpe de autoridad real al no hacerse de la vista gorda o aplicar el timorato concepto de que como sucedió en su vida personal, nada tiene que ver con el beisbol. Deja un antecedente de la manera en que se debe actuar en casos de violencia familiar o delitos graves, cuando involucran a un deportista, y sobre todo, nos indica que es necesario que todas las ligas y los clubes tengan en sus reglamentos, los artículos en los que determinarán las acciones a seguir en este tipo de hechos.

Ya lo vivimos en marzo pasado en el futbol en un proceso de tentativa de feminicidio y violencia familiar, y de inicio, las instituciones involucradas prefirieron no meterse, esperar y ser espectadores hasta que un día, el América decidió separar del plantel a Renato Ibarra. En el caso de la Liga MX, como si nada hubiera pasado.

Debemos entender que los deportistas profesionales son seres humanos como cualquier otro, no tienen derechos especiales y deben cumplir con las mismas obligaciones. Por eso es que lo hecho por la LMB y los Saraperos debe servir de ejemplo por si, desafortunadamente, se vuelve a presentar un caso de violencia.

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