Intentaron poner la muestra de lo que podía suceder, pero no lo lograron. Fue en los partidos de la Selección Nacional en el Estadio Azteca contra Panamá y en Toluca contra Bermudas. Estaba todo listo para aplicar el protocolo “anti ¡eh puto!”, pero fueron tan malas las entradas que no fue posible mostrarle al público que esta medida iba en serio.

Lo que aplicó el árbitro José Alfredo Peñaloza fue correcto, así se estableció y así se comunicó a los aficionados. No fue ni sorpresivo ni mucho menos autoritario, simplemente así quedaron desde la cúpula de la Federación Mexicana de Futbol que debía realizarse para no tener el riesgo de ser sancionados por la FIFA, y en el futuro perder puntos en eliminatoria mundialista.

Se aplaudió la aplicación en el estadio Morelos, en un partido de Liguilla, de los que tiene altos índices de audiencia, en televisión nacional y ante la mirada de millones de aficionados que se dieron cuenta de que las reglas han cambiado. Sin embargo, es perfectible, debe analizarse cómo se dio y cómo evitarlo, al final esa es la razón por la que se toma la medida “anti ¡eh puto!”.

Por partes. Cuando más peligroso estaba el partido para el local, perdiendo 2-3 contra una potencia ofensiva, y que se le veía podía ampliar la ventaja, vino otra vez el grito desde la tribuna y a parar el partido. Correcto, sí; pero benefició al equipo local, que en ese parón encontró respiro, volvió a tomar aire, a encontrar el ritmo del partido y en vez de ser perjudicado por los actos discriminatorios de sus aficionados, le convino y logró un gol, el del empate final sobre el tiempo agregado, que obviamente debía ampliar el árbitro Peñaloza.

Otro punto. Si se detectó de dónde provenía el grito, ¿por qué no sacar a los aficionados del estadio? Por lo menos eso dijeron que harían en el Azteca y en el Nemesio Díez en los partidos de la Selección. Hay videos, hay evidencia firme de quienes fueron, pero como en el futbol mexicano no existe un maldito registro de quiénes acuden al estadio, entonces volverán, claro que volverán a las tribunas.

Y así podemos seguir pensando que la medida puede mejorar. Si tienes identificados a quienes ingresan, se puede detectar si el grito es provocado por aficionados visitantes, que en algún momento podrían aprovecharse de este protocolo para afectar al equipo contra el que están jugando. Hay países que para que se libere una entrada al estadio deben dejar copia de identificación, se sabe qué asiento ocupan y se sabe por ende a la perfección de quién se trata. Eso está aún muy lejano en un futbol como el nuestro, cuya operación de sus estadios sigue siendo del tercer mundo.

Ahora bien, lo que se vivió el jueves en Morelia es una evidente muestra de que la Femexfut tiene toda la intención de erradicar este grito xenófobo para la FIFA, para la mayoría grotesco y vulgar. Ojalá que tengan autocrítica en las oficinas de los federativos y se den cuenta de que hay mucho por hacer para encontrar un protocolo infalible, que cuando se aplique se note que no volverá a suceder, porque hoy, por las carencias operativas es propenso a escucharse de nuevo.

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