Espectacular, increíble, histórico. Algunos de los conceptos que definen al gran y rescato, a propósito de los 32 años que se cumplieron hace unos días, de la famosa chilena ante el Logroñés

¡Qué joya! Una obra de arte digna de enmarcar en la memoria de todos aquellos que la vimos. La mejor chilena de la historia. Un Dalí, un Picasso, un Goya, un Rembrandt, un Van Gogh futbolero.

Un movimiento perfecto en tiempo y espacio. Un salto glorioso a la inmortalidad. Una ejecución que le mostró al mundo que nada es imposible, que la conexión cuerpo-mente es la vida misma, que el valor y atrevimiento son capaces de llevar al límite las emociones.

Genio y figura que solamente confirmó que era un futbolista de otra galaxia. Los pañuelos blancos y el grito en las gradas lo encumbraron como una deidad madridista.

 

Mi afición por el Real Madrid se la debo a Hugo Sánchez. Gracias al Macho, conocí al mejor equipo del mundo. Los fines de semana eran sagrados para ver al Madrid —sin necesidad del pago por evento—. Despertarse temprano —sobre todo en domingo— no era opción, salvo que jugara él.

Todos hablábamos de Hugo en la escuela, en las cáscaras, con la familia. Imitar una chilena o un festejo suyos era un súper reto. Era formidable en esas épocas ver a dos gigantes: Hugo con el Real Madrid y Maradona con el Nápoli.

Lo de Sánchez fue brutal. Sus cinco Pichichis, sus títulos, su Bota de Oro. Lo único que se le negó fue la hoy llamada Champions. Hugo Sánchez, en estos tiempos, sería uno de los delanteros más cotizados en el mundo.

Sería de los mejor pagados y su valor estaría a la par de Messi, Cristiano, Neymar, Salah, De Bruyne, Mbappé, Pogba. Tendría contratos millonarios de publicidad, su firma aparecería en zapatos de futbol, ropa deportiva, su playera sería de las más vendidas; el “9” sería peleado en los equipos del barrio.

Sus visitas a México ocasionarían caos en el aeropuerto. Lo buscarían cientos de medios internacionales para entrevistas, sería un gran rival en los Balones de Oro y en el premio “The Best”.

Hasta hoy, no existe —y es posible que nunca exista— un futbolista mexicano tan importante como Hugo. Su regreso para jugar en nuestro país y su etapa con Selección, son otra historia. Afortunados los que vimos en plenitud a esta figura. Besos y abrazos para todos.

@elmagazo

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