Las imágenes a la Studio Ghibli, que inundaron redes sociales, chats de WhatsApp y computadoras de hogar y oficina durante la semana pasada, no son una mera curiosidad. Son las trompetas del apocalipsis, sonando a todo pulmón para anunciarnos el final de una era. Hollywood se va a morir, y su agonía es apenas el inicio.
Con las nuevas capacidades de creación de imagen y video a través de las herramientas de inteligencia artificial, los usuarios fueron capaces de replicar, (a una mínima fracción de costo y tiempo) animaciones y hasta live action casi indistinguibles de las cinematográficas. Con apenas 250 dólares y medio día de trabajo, @PJaccetturo creó el trailer de La Comunidad del Anillo en animación, con una calidad muy similar a la de War of the Rohirrim, que Warner lanzó en cines hace unos meses, con un presupuesto cercano a los 30 millones de dólares.
Hablando en plata. Incluso hoy, con las herramientas ya disponibles, una persona o un pequeño equipo pueden crear una película IA completa, indistinguible o hasta superior a mucho de lo que vemos en cine, gastando quizá unos 4 meses y 10 o 15 mil dólares, en lugar de las decenas de millones y años de planeación necesarios para una película tradicional.

Hollywood se va a morir, porque la nueva tecnología está reduciendo hasta tal punto los costos, que sus organigramas se vuelven irrelevantes. Consolidar un “gran estudio” tenía sentido cuando hacer una película implicaba apostar cien o doscientos millones de dólares y era indispensable distribuir/reducir los riesgos logísticos y financieros. Conforme la tecnología acerca los costos de producción a cero, la lógica misma detrás de la industria se modifica irreversiblemente. Lo que era prudente se vuelve absurdo, lo que era indispensable se convierte en ornato.
Y no solo es Hollywood. Las revoluciones tecnológicas (y sí, “revoluciones” en plural, porque lo que está en marcha va mucho más allá de la IA) van a provocar transformaciones similares en prácticamente todos los espacios económicos. Lo de las imágenes a la Ghibli acapara titulares porque es más llamativo, pero estos cambios ya están ocurriendo en el resto de las industrias, incluida aquella donde trabaja usted.
¿Qué implican?
La nueva tecnología permite que cualquier persona acceda en forma “inmediata” a labores que antaño estaban cerradas a un grupo de expertos; con ello, lo que era un bien de nicho (por ejemplo, los retratos), se masifica, mientras lo que antes era industria se convierte en artesanía. No desaparecieron los espadachines, ni los pintores o los taxistas, pero perdieron el protagonismo de sus respectivas industrias, del mismo modo en que no desaparecerán los actores o directores de cine, pero sí quedarán reducidos a una pequeña sección del mercado que antes dominaban.
¿Entonces? Queda la segunda opción: personalizar el contenido. ¿Qué no te gustó la nueva Blancanieves? No te preocupes, escoge entre las 10 Blancanieves preprogramadas o crea la tuya propia, a tu entero gusto, en la nueva app de Disney o del estudio que corresponda. Algo similar viene en el resto de las industrias: soluciones inmediatamente individualizadas, lienzos base a los que se aplican detalles enfocados en nichos cada vez más pequeños.
¿Cuál es el nuevo diferenciador? La creatividad para perfeccionar las ideas y el poder mediático para posicionarlas. Sí, Juan Cuerdas puede crear su Netflix en PelisdeJuanCuerdas.abcd, el problema es que alguien visite su página. Cualquiera podrá hacer una película, el problema es que alguien la quiera ver. La creatividad seguirá siendo clave, no solo en el planteamiento inicial de las ideas, sino en el cómo afinamos los detalles. Antes, para crear algo era necesario ser creativo y tener millones de dólares. La tecnología nos ahorra los dólares, pero la creatividad sigue en juego.
Mientras tanto, si la publicidad ya era una capacidad clave, ahora lo será mucho más, en todos los sectores de la economía. Que tu negocio se note cada vez será más difícil y, por ello, las marcas e historias bien posicionadas se volverán todavía más valiosas. Los modelos de brand management ya son el presente, y estarán en el corazón del futuro de la economía, mientras un logotipo se vuelve mucho más valioso que 100 fábricas enteras.
Estos días, mucha gente hizo chistes crueles sobre los dibujantes, pero la automatización no solo viene por ellos. Viene por todos, incluyendo en primerísimo término a los trabajadores de oficina: gerentes, administrativos, mandos medios y Godínez. Todo lo que es estandarizable, es automatizable por una IA que no toma almuerzo, no hace grilla en los pasillos y no se tarda dos semanas para regresar a la junta con el mismo error que se le ha pedido corregir ya dos veces.
¿Qué implica esto? Que a corto/mediano plazo van a desaparecer millones de puestos de trabajo, especialmente de oficina; los cargos que queden serán para las personas mejor capacitadas/conectadas. ¿Y el resto de la gente? la propia transformación económica la va a empujar hacia sectores de trabajo mecánico, donde la automatización es comparativamente más costosa que en las labores “digitales”.
Esto significa que millones de flamantes licenciados y posgraduados van a tener que incorporarse, con sus títulos como sombrero, de regreso a las labores técnicas/manuales de sus padres y abuelos, mientras que de los estertores de la vieja industria surge una economía nueva, una y otra vez, en un parto casi constante conforme la tecnología acelera el avance, renovando las reglas, construyendo y demoliendo el campo de juego.
Hollywood se va a morir, igual que muchas otras industrias. Lo que surgirá será nuevo, será diferente, en parte hermoso, en parte terrible, y plenamente inevitable.
*Gerardo Garibay Camarena. Doctor en Derecho, profesor, escritor y consultor político. Su nuevo libro es "La forma del futuro: del metaverso y los macrodatos, a la civilización de la soledad y las nuevas lealtades".