Mientras el Ejecutivo federal sigue con ambigüedades -“no vamos a reprimir al pueblo”, “los narcos son pueblo bueno”, “el fuego no se apaga con el fuego”, “abrazos y no balazos”-; mientras el gobierno federal sigue haciendo crecer la impunidad -en 2019, la Fiscalía General de la República no obtuvo ni una sola sentencia condenatoria por ningún delito y tanto en 2019 como 2020 el gobierno recortó los recursos para prevenir y sancionar delitos-; a los delincuentes les queda muy claro su rol y estrategia: seguir matando y comprando voluntades para control el país.

La actual pandemia de COVID-19 mantiene la mayoría parte de actividades comerciales cerradas y a una parte significativa de ciudadanos resguardados, lo que ha favorecido la disminución de todas las formas de robos.

Para un asaltante promedio, la menor cantidad de personas en las calles es un problema, la delincuencia común comete delitos según se presente la oportunidad.

En contraste, la delincuencia organizada actúa según una estrategia clara, que aprovecha toda debilidad del Estado para cometer más asesinatos, vender más droga, robar más mercancía, corromper a más autoridades.

Tan es así que marzo de 2020 fue el segundo mes con la mayor cantidad de víctimas de homicidio doloso de la historia del país y, según la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana, el conteo diario de homicidios en abril -83.1 en promedio- se mantuvo en los mismos niveles del de marzo. Mientras que en los primeros 10 días de mayo el promedio diario de homicidios fue de 76.3.

Incluso en pleno día de las madres, cuando se esperaría que hasta los delincuentes estuvieran festejando a sus mamás, abuelas, hermanas o hijas, se registraron por lo menos 67 asesinatos asociados al ejercicio de la violencia letal de la delincuencia organizada.

Los cárteles y grupos de delincuencia organizada saben con claridad qué hacer y lo están haciendo: matan y dan despensas y juguetes como un mecanismo efectivo que genera miedo ante la rebelión-gratitud ante la sumisión. Es así como logran el control comunidades y territorios.

La delincuencia organizada en este momento sigue matando y dando despensas porque aprovecha la distracción de recursos del Estado para la atención de la pandemia; aprovecha la crisis económica y el desempleo, aprovecha las necesidades en tantas comunidades abandonadas, todo para mandar el mensaje que, si la comunidad se alinea a sus intereses, ellos les darán protección.

De igual manera, los cárteles aprovechan la falta de claridad de cuál es el rol del gobierno federal frente al combate a la delincuencia organizada, para comprar voluntades y crecer sus redes de corrupción.

Por ello, no debe sorprender que en plena pandemia la violencia siga creciendo y alcanzando cada vez, peores récords; no debe sorprender que los delincuentes hagan abierta campaña de autopromoción con la población a través de apoyos y despensas; no debe sorprender que estén saliendo a la luz tantos videos y testigos de la colusión entre agentes de las fuerzas federales y los delincuentes.

2019 fue el peor año de violencia de la historia y de muchos delitos comunes; si en los primeros dos meses de este año algunos datos llevaron al gobierno federal a aventurar resultados en la materia, lo que estamos viendo en estos días y habremos de ver, vaticina que 2020 tenga el potencial de rebasar al año anterior como el peor año en materia de violencia de la historia de nuestro país

La crisis económica está llevando al colapso a tantas pequeñas actividades; está favoreciendo que las empresas no puedan pagar salarios y deban cerrar; está aumentando el desempleo; está mermando el bienestar familiar. Las crisis económicas del pasado detonaron el crecimiento de secuestros, extorsiones, robos y homicidios.

Sin embargo, ninguna crisis económica del pasado sucedió en un contexto de crisis de violencia equiparable a la que vivimos ahora, por lo que hay que esperar un ambiente de mucha peligrosidad para las personas en México.

Al gobierno le urge claridad. 18 meses después del inicio de este gobierno es importante que aclare si la delincuencia organizada es enemiga de los mexicanos o aliada; es hora que de las críticas a la corrupción del pasado, sancione la corrupción de quienes trabajan en este gobierno federal; es hora que destine los recursos políticos, humanos, materiales y económicos suficientes para combatir los delitos; es hora que el gobierno federal cuente con un plan claro que puedan conocer y entender los integrantes de la Guardia Nacional, del Ejercito, de la Marina Armada de México, de Aduanas, de la FGR, para combatir delitos, impunidad y corrupción.

18 meses después del inicio de este gobierno, las más de 3,000 personas que mueren cada mes son su responsabilidad, no de gobiernos anteriores.

Mientras el gobierno del presidente López siga en la indefinición, con ambigüedades, contradicciones y con recortes presupuestales, la delincuencia sigue avanzando, sigue matando y sigue cínicamente promoviéndose en las calles en total impunidad, lo que es inadmisible y peligroso.

López debe ser claro ¿su gobierno hará respetar la ley, sancionará los delitos o prefiere ser cómplice de los delincuentes?

Director general del Observatorio Nacional Ciudadano
@frarivasCoL

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