Biden o Trump, Trump o Biden. Ciertamente, a estas alturas la suerte está echada, ‘Alea jacta est’ y esas cosas; y aunque los momios están muy claros, como suele ser en estos asuntos: esto no se acaba, hasta que se acaba. Así que es conveniente cuestionarse cuál de estos dos personajes es el que más conviene a la actividad turística del país, o, dicho de otra manera, si la llegada de uno de ellos a la Presidencia tiene implicaciones negativas para el turismo mexicano.

Al hilo de esta reflexión, me parece pertinente señalar que no existe evidencia que los años electorales en Estados Unidos afecten los flujos turísticos hacia México, como he escuchado, recientemente, en algunos mentideros de la cosa turística. No parece haber fundamento que de sustento a esta opinión; muestra de ello es que de manera coincidente con los procesos electorales de 2000, 2004, 2008, 2012 y 2016, se observó un aumento en la llegada de turistas internacionales procedentes de aquel país.

Más allá de eso, y antes de profundizar en el análisis de las implicaciones de los resultados electorales para el turismo, conviene tener presente que los flujos turísticos de Estados Unidos al exterior tuvieron un importante periodo de expansión en la década que concluye. México, a pesar de los retos propios de la inseguridad, consolidó de manera relevante su presencia en dicho mercado; de hecho somos el segundo destino emisivo para los norteamericanos.

No obstante, en agosto de 2017, coincidiendo con un cambio en la manera de difundir las advertencias de viajes del gobierno estadounidense, el ‘Travel Advisory’ fue, especialmente, rudo, para México afectando algunos segmentos –como el del turismo de reuniones– y provocando un frenazo en el ritmo de crecimiento del conjunto del mercado. A lo anterior hay que sumar que México dejó de invertir en promoción turística con recursos públicos en 2019. La combinación de estos hechos ocasionó que en un entorno en que los estadounidenses siguieron expandiendo sus viajes al exterior, a un ritmo de entre 6% y 7% anual, se registrara una pérdida en la participación de mercado para México cercana a dos puntos porcentuales, lo que, de acuerdo con estimaciones del Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac, habría ocasionado que el país dejara de recibir alrededor de 600 mil turistas provenientes de aquel país.

Indudablemente, atrás del vigoroso crecimiento de los viajes de los americanos al exterior, se encuentra un magnífico desempeño de la economía en todos estos años que se traduce en un alto índice de confianza del consumidor, bajos niveles de desempleo y un aumento en el ingreso disponible de las personas. Se debe insistir que en los últimos años este comportamiento se deriva de un inusual periodo de expansión económica, que en los últimos años ha recibido impulso de algunas de las políticas del gobierno actual.

Dicho esto, tengo para mí que en términos generales, la presencia de un demócrata o de un republicano en la Casa Blanca no tiene mayor relevancia, en el corto plazo para el turismo mexicano. A la economía estadounidense le ha ido bien con los demócratas –los periodos de Clinton y el segundo de Obama–, pero también con los republicanos –como ha sido en el reciente periodo de Trump–. Siendo pragmáticos, si a la economía le va bien, los americanos viajan al exterior.

Es de esperar que de ganar Biden la política fiscal cambie y que los estratos que reciben mayores ingresos, vean aumentos en sus impuestos; sin embargo, este grupo no es, desafortunadamente, el dominante en el perfil de viajeros a México.

En la misma lógica de un triunfo demócrata, sí que veo riesgos importantes en un escenario de más largo plazo, porque sería muy posible que se retome todo aquello que tiene que ver con el apoyo a políticas para reducir la generación de gases de efecto invernadero. Además de que esto es por demás deseable, como lamentablemente se observa en la realidad mexicana, esta no es la misma posición del gobierno nacional que, como ejemplo, tiene aversión por el impulso a las energías limpias y sigue apostando por aquellas derivadas de combustibles fósiles.

No se puede descartar que en este escenario, Estados Unidos sea más demandante con el mundo y con su vecino del sur, utilizando diversos mecanismos para presionar a quien no quiera seguir el esfuerzo global por la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac (Cicotur).
Twitter: @fcomadrid

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