El fin de semana pasado recibí una solicitud de uno de los más importantes inversionistas del sector turístico en nuestro país para retroalimentarlo sobre algunas estadísticas del flujo de viajeros hacia Acapulco.

Ciertamente, no es una sorpresa recordar que al paso del tiempo los visitantes del extranjero a este destino han ido menguando. El fenómeno está provocado por diversas razones, y se observa con claridad desde la última década del siglo pasado. El envejecimiento del destino, así como el impulso a un turismo residencial en el que el mercado nacional es mucho más relevante, son razones inobjetables, aunque muchas otras pueden ser sumadas. Particular y desafortunadamente, la percepción de inseguridad que, por cierto, sigue poniendo a Guerrero como una de las entidades a las que el Departamento de Estado de EU clasifica en el nivel 4 en sus advertencias de viajes, lo que quiere decir que no recomienda la visita a sus ciudadanos.

Regresando al tema estadístico, conforme la información que puede ser consultada en el sistema estadístico Datatur de la Secretaría de Turismo, el promedio del periodo 2010-2019 de las llegadas de turistas no residentes en el país a Acapulco se situó en un poco más de 110 mil viajeros anuales, que es más o menos lo que yo tenía en mente. Debo hacer un paréntesis para decir que el sistema Datatur es alimentado por la información de las autoridades estatales de turismo. Es decir, la Secretaría de Turismo realiza la función de compilación de esta información estadística.

Así las cosas, mi sorpresa fue mayúscula cuando identifiqué que el dato correspondiente había subido a ¡un poco más de 422 mil turistas en 2022! ¿Qué habría pasado para que en un periodo tan corto de tres años y todavía con efectos de la pandemia se cuadruplicara el flujo turístico? ¿Qué habrán hecho los responsables del turismo en Guerrero para lograr estos resultados? ¿Resistirán las cifras un cuestionamiento básico? La respuesta es no.

Para llegar a esta conclusión, vale la pena señalar en primer término que, según el reporte de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, el volumen de llegadas de turistas residentes en el extranjero vía aérea al aeropuerto de Acapulco en el periodo que nos ocupa apenas superó 15 mil. Esta cifra es menor, pero más o menos consistente a los poco más de 65 mil pasajeros internacionales que se reportaron en el mismo año en dicho aeropuerto, de acuerdo con la información de la Agencia Federal de Aeronáutica Civil, recordando que un turista suele ser equivalente a dos veces pasajero (una vez a la entrada y otra a la salida).

Obviamente, existe la posibilidad de que lleguen pasajeros en vuelos de conexión por la debilidad de la conectividad internacional del destino. Sin embargo, utilizando una herramienta de análisis de tráfico de viajeros, encuentro que en dicho año sólo se vendieron 10 mil 397 boletos en Estados Unidos y Canadá (mercados que explican más de 80% de todos los turistas internacionales al país) con destino a Acapulco.

Por cierto, para verificar la información, traté de consultar la página de internet de la Secretaría de Turismo del estado y no encontré las estadísticas en un raquítico sitio web.

Salvo que exista alguna información extraordinaria, sólo encuentro dos explicaciones para lo que parecen datos desproporcionadamente inflados: se trata de un error humano en la cancha del gobierno estatal o del gobierno federal (en honor a la verdad, esto último me parece poco probable), lo que por la sensibilidad en el uso de la información es entendible, pero inadmisible, o como posibilidad alternativa, nos están tratando de colar un cuento tan grande como bella es la bahía de Acapulco, y tengo la certeza de que esta es una de las más hermosas bahías de todo el mundo.

¡Un poquito de por favor!

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac

Twitter: @fcomadrid

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