Parece evidente que la pregunta no es si el coronavirus (Covid-19) afectará al turismo del mundo, incluyendo al mexicano, ni siquiera habría que plantearse si esta será una afectación mayor, porque todo indica que lo será; lo cierto es que, en todo caso, lo que hay que revisar es la gravedad del daño a la industria y en qué momento el mundo dejará de tener miedo a esta amenaza.

Desde el punto de vista del turismo, el contexto de la epidemia tiene dos ángulos: por un lado, la certeza de que la normalidad del turismo pasa por el sortear sistemáticamente crisis de diversa naturaleza.

En este orden de ideas es muy sugestivo el hallazgo del Consejo Mundial de Viajes y Turismo en el sentido de que al analizar 90 situaciones de crisis en las que el turismo se vio afectado entre 2010 y 2018, la capacidad de recuperación se ha recortado de 26 a 10 meses en promedio. Por otra parte, el encontrar referentes para poder, tanto ponderar la profundidad de la afectación, como diseñar mecanismos para atravesar por la turbulencia de la crisis y construir las condiciones para una pronta recuperación.

De acuerdo con las ideas anteriores, los dos antecedentes relevantes para realizar una primera valoración son el SARS de 2003 cuyo epicentro se registró, también, en Asia, aunque se propagó a otras regiones, incluyendo Canadá con 250 casos y 38 decesos; y la epidemia de Influenza en México causada por el virus A1HN1.

En el primero de estos ejemplos hay que subrayar que los efectos negativos fueron muy profundos, de forma tal que la contracción en los flujos internacionales de turistas en ese año (-2%), es la segunda más severa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, sólo después de la que provocó la Gran Recesión de 2008-2009 y por razones estacionales mucho peor que la derivada de los actos terroristas de 2001; Asia, en conjunto, retrocedió 9% y, por dar un ejemplo del poder destructivo de estas situaciones en el turismo, se puede detallar que en el segundo trimestre de 2003, los flujos turísticos internacionales hacia Taiwán cayeron 72%.

En el segundo caso, y en un entorno en el que este problema se sumó a los efectos de un recrudecimiento de la inseguridad y a los efectos de la crisis económica mundial, vale la pena recordar que la llegada de pasajeros en cruceros en mayo de 2009 a México cayó alrededor de 90%.

De acuerdo con lo anterior, los quebrantos al turismo por el Covid-19 no se han hecho esperar e incluyen el cierre temporal en China de 150 hoteles de la cadena Hilton y 160 del grupo IHG (cuya familia de marcas incluye Holiday Inn), la cancelación de la más importante exposición de telefonía celular en el mundo (Mobile World Congress en Barcelona) al que en 2019 acudieron alrededor de 109 mil visitantes; la cancelación de la mayor Feria Turística en el planeta (ITB en Berlín) que recibió el año pasado 160 mil visitantes, incluyendo 10 mil expositores de 180 países y el cierre al público el día de ayer del Museo del Louvre, por mencionar algunos de las afectaciones con mayor visibilidad.

Es de esperar, entonces, que México sufra directa o indirectamente daños por la epidemia –en vías de declararse como pandemia–, toda vez que una reacción natural de los mercados es retraerse ante la incertidumbre y el ruido mediático, así como la posible desaceleración de la economía mundial por el contagio –nunca mejor dicho– de los problemas económicos del gigante asiático.

Por supuesto que hay espacio para algunas oportunidades por la misma situación, en la medida que los casos que se registren en México se mantengan en niveles bajos (en realidad, ayuda poco ser parte de la lista de los países americanos –cinco al 28 de febrero– con presencia confirmada de personas con este padecimiento).

Sin desconocer que no es autoridad en materia de salud, parece que es tiempo de que la Secretaría de Turismo reafirme su liderazgo en el sector turístico orientando a los actores de la industria sobre los alcances y riesgos de la epidemia, al tiempo que indique los pasos a seguir durante la crisis. A propósito de ello, algunos destinos como Los Cabos tienen listos sus planes de acción en caso de ser necesarios, pero esto, desafortunadamente, no suele ser la regla, por lo que la Sectur puede y debe fortalecer dicho liderazgo yendo más allá de la publicación de boletines de prensa en su página de internet sobre la no cancelación –por el momento– del Tianguis Turístico (que bueno que lo haga, por cierto); no obstante, la industria requiere en estos momentos de orientación, y en el futuro inmediato demandará de una acción coordinada en la medida que la situación requiera acciones proactivas o defensivas…

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística Anáhuac (Cicotur). Twitter: @fcomadrid

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