El domingo se cumplieron 10 años de que la se alzara con el trofeo de la Copa del Mundo en Sudáfrica.

Cinco años antes, en 2005, la banda valenciana de rockpop La Habitación Roja lanzaba su quinto LP de estudio, “Nuevos Tiempos”, cuyo track cinco se titula: “Nunca ganaremos el Mundial”, uno de los más vitoreados por el público mexicano.

La canción provocó la ira de los fanáticos de La Roja y picó el orgullo a Ramos, Piqué, Villa, Xavi, Iniesta, Iker y al mismísimo Puyol, a quienes les bastó un lustro para romper el endeble decreto de estos dignos representantes del indie español, que sueñan todavía con el éxito en sus tierras y México.

Y digo todavía porque ya lo han alcanzado, pues lo construyen canción a canción en cada concierto. Eso es precisamente lo que le falta a los nuestros: jugársela.

Y, a lo mejor, una canción de Molotov donde les canten todas sus verdades. Qué vergüenza de gremio y directivos con eso de que los equipos ya no descenderán. ¡Qué mediocridad! No quiero ni ver. Ni enterado estaba del comienzo del torneo.

Es verdad, eso sí, que los estadios sin gente no son sino como un llano. ¿Qué habría sido del legendario concierto de Queen en un Wembley sin público, en el Live Aid? Seguramente, Bohemian Rhapsody no tendría más de mil 200 millones de reproducciones en Spotify.

Y, quizá, “La mano de Dios” sí le habría sido sancionada a Maradona en el Azteca. “La historia cambió, estos son los nuevos tiempos”, pensé este mismo domingo, mientras veía el carrerón de Checo Pérez en Austria.

A pocas vueltas del final, el jalisciense marcaba el tiempo más rápido en un circuito sin aficionados, sin cervezas, ni gritos, ni nada. Pero me emocionó verlo dar todo.

 

“Para nosotros, 'Nunca ganaremos el Mundial' se trata de una metáfora”, comentó el líder del grupo.

“Es una lanza en favor de los más pequeños, que —aunque nunca ganan títulos— sí hacen vibrar y emocionan tanto como los que más. Es una canción sobre gente anónima y modesta. En un mundo donde sólo trascienden los que ganan, nos olvidamos de la mayoría de la gente que no suele triunfar, tal y como se entiende hoy el triunfo, pero que —a pesar de ello— consigue grandes logros en su vida. Esas pequeñas victorias significan tanto o más que ganar un Mundial”.

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