En el último año, la vida ha dado demasiadas vueltas. Tantas, que me mareé y le he pedido al mundo detenerse. Me viene a la mente el final de la película de

, cuando el superhéroe por antonomasia descubre a Lois Lane sin vida y se lanza furioso a dar vueltas alrededor del planeta, en sentido contrario a su rotación. Así, Kal-El hace retroceder el tiempo y logra devolverle a su amada el aliento.

Pero no todo es tragedia. Como me dijo recientemente mi madre: “Qué cantidad de pandemias tan distintas: unas, sí, en hospitales, en el filo de la butaca; otras en la playa, entre cocteles; algunas en cinco metros cuadrados, otras en palacios con jardines; en soledad, en familia, con Wi-Fi o apenas con lo básico”. Hay pandemias donde se muere y en las que se sobrevive. Y también están las de quienes siguen viajando.

El sábado pasado, marchistas de todas las nacionalidades se dieron cita en Dudinska, Eslovaquia , para participar en la reunión atlética europea. Las mexicanas Valeria Ortuño , Ilse Guerrero y Alegna González arrasaron en los 20 kilómetros femeniles. Consiguieron el 1-2-3 y sus boletos a los Juegos Olímpicos de Tokio . Andrés Olivas y Noel Chama firmaron el 1-2 en la misma especialidad y —junto con Horacio Nava, quien quedó cuarto en los 50 kilómetros— aseguraron también sus plazas en la justa olímpica.

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El mundo está lleno de realidades distintas, aunque todos coincidimos en algo: nadie puede echar atrás el tiempo, ni para traer de regreso a quien ama, ni para borrar las cosas. Lo único que cada quien puede hacer es encontrar las razones para seguir.

“Deseo que mi nombre se escuche a lo largo de la historia del atletismo”, declaró Alegna González a los medios de comunicación. “Si Dios permitió que me curara, voy a tratar de estar tranquila y vivir contenta”, comentó mi mamá en la sobremesa, y yo pensé en mi lista:

1.— Experimentar la esperanza, que muere al último. 2.— Una buena charla sobre la posibilidad de que haya vida en Marte. 3.— Correr Berlín. 4.— Una verdadera pizza napolitana con toda la familia y el vino de la casa. 5.— Los días en que nos sentiremos mejor. 6.— El cuento que prometí escribirle a mi hija y que traducirán a otros idiomas. 8.— Que no hay de otra.

¿Cuáles son las tuyas?

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