“Yo ya me voy de aquí, en su casa espanta una mujer que se aparece por las noches”, nos informó la señora que trabajaba con nosotros, sin posibilidad de reconsiderarlo y —acto seguido— nos devolvió su llave de la casa.

Si bien, no creo como tal en los fantasmas, su contundente afirmación me inquietó.

“Se aparece todas las noches a la misma hora, a eso de las 10:30, se los juro por Dios”, nos aseguró.

No me cabe duda, eso sí, que todos tenemos un alma y un espíritu que, a la hora que morimos, quizá deban abandonar nuestro cuerpo y permanezcan aquí mientras encuentran el camino a donde cada uno creamos. Pero de eso a que en mi casa habitara un alma en pena, lo dudé.

Unas semanas después, cuando no teníamos luz y —en consecuencia, ninguna televisión encendida— descifré el misterio. “¡Ay, mis hijos!”. Se escuchó con claridad la apesadumbrada voz femenina que seguro le provocó el susto a la señora. Provenía del turibús nocturno de leyendas de Coyoacán que más o menos a esa hora, y justo al pasar frente a mi casa, hace sonar en sus bocinas la voz de La Llorona para entretener a los turistas.

Coyoacán está de moda. Cada vez, veo más orientales, europeos, estadounidenses y turistas nacionales que, además de este tipo de amenidades, disfrutan de tantísimas atracciones del barrio de Santa Catarina: Restaurantes, iglesias, museos, callejones y fachadas.

Yo, a pesar de ser un asiduo corredor de sus calles, no dejo de maravillarme de la atmósfera y su sinfín de rincones que me gustaría mostrarle al mundo. Cada que tengo oportunidad, le recomiendo a los corredores que vengan a trotar por aquí y disfruten, por ejemplo, de la que me ha dado por llamar La Ruta de los Santos y las Vírgenes.

Es increíble la cantidad de nichos que hay por diversas esquinas del barrio, con figuras e imágenes de la Virgen de Guadalupe y, también, de algunos santos. No soy religioso, pero me atrae lo divino y me gusta —de pronto— hacer una pausa y pararme ante estas efigies que me detonan conversaciones con quién sabe quién y conmigo.

Basta con que busquen en Google Maps el Callejón de Aguacate, la calle de Francisco Sosa esquina con Retama, la Casa de los Naranjos y avenida Progreso, para que armen su recorrido sagrado y terminen con un chocolatín.

Estoy en todas las redes como F.J. Koloffon

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