Algo tan simple, como que dos o más personas empaten sus voces en un mismo tono, puede llegar a ser altamente emocionante, tanto que —cuando esa nota compartida tiene la posibilidad de prolongarse en el tiempo— el efecto se siente en la piel y la coronilla.
Es lo que sucede cuando escuchas o formas parte de un coro y, de pronto, las voces coinciden y vibran juntas.
O en ese instante donde la pelota rompe las redes y el estadio entero canta el gol al unísono.
La gira de reencuentro de Oasis ha causado un furor inusitado por todas partes.
La dupla de los hermanos Gallagher, aficionados a ultranza del Manchester City, no para de llenar estadios de futbol alrededor del mundo, como si sus conciertos se trataran de finales de la Champions League. Y es que pocas veces, el futbol y la música se han enlazado con tanta naturalidad.
No es raro ver a estos rockstars hacer gala de su pasión por el balón, enfundados en el jersey de los Sky Blues, o que entre las imágenes que acompañan a sus canciones en las pantallas gigantes de sus conciertos, figure contínuamente Josep Guardiola.
Si bien, el éxito de la convocatoria se debe en buena medida a la nostalgia y el poder de sus grandiosos himnos musicales, la gente está ahí también por el anhelo del reencuentro y porque se volvió a encontrar en la música, como recién comentó Jarvis Cocker, vocalista y líder de Pulp.
Yo encuentro, además, otra razón para que tantas personas de ambos sexos y todas las edades sean atraídas por este fenómeno: La reconciliación de dos hermanos que decían odiarse y juraron nunca más reunirse mientras estuvieran vivos, pues —en el fondo— todos queremos ver la consecución de lo imposible, a las personas hermanarse de nuevo y a los ídolos caídos redimirse.
Aunque muy probablemente el motivo original del reencuentro fue el dinero, hoy se les ve a ambos compartir el escenario como una verdadera dupla de delanteros, como los frontmans de una banda que, al igual que uno de los más grandes equipos de futbol, consigue que miles de gargantas se unan en un épico estribillo, como si fuera un gol.
Estoy en todas las redes como F.J. Koloffon






