“Hoy, quiero hablarles sobre nuestro oponente. Son más grandes, más rápidos, más fuertes, más experimentados. En papel, son simplemente mejores, y ellos lo saben. Pero hay algo que no saben: ellos no saben de nuestros corazones. Pero yo sí, y cuando los enfrentemos, ustedes jugarán con el corazón, porque, no importa si perdemos o ganamos, esa es la única posibilidad de ser recordados”. Estas fueron las palabras de Jack Lengyel a su equipo de futbol americano en la película “We are Marshall”.

En la historia del cine existen discursos deportivos memorables que han traspasado la gran pantalla para ir a dar a los campos de juego y las canchas. Incluso, a las fiestas de fin de año y a las juntas de planeación de muchas oficinas, donde los directivos motivan a su gente con palabras, por ejemplo, como las de Tony D'Amato (Al Pacino) en “Any Given Sunday”, cuando los Miami Sharks de Oliver Stone perdían contra los Dallas Knights en el medio tiempo:

“Señores, una pulgada es la diferencia entre ganar y perder, y tenemos que trabajar juntos como un equipo para conseguirla. Ahora, yo no puedo obligarlos a hacerlo, tienen que mirar a los ojos al hombre de junto, y creo que van a ver a un hombre dispuesto a recorrer esa pulgada con ustedes, porque él sabe que cuando llegue el momento, ustedes harán lo mismo por él”.

El viernes, a la mitad del último entrenamiento del año de mi equipo de atletismo, todos nos acercamos sorpresivamente a Rubén nuestro coach a un lado de la pista para entregarle un presente. Sin guion alguno, desde el centro del círculo y de su ser, nos regaló un mensaje más o menos así:

“Siga cada quien en lo suyo. Cada uno de ustedes es distinto, cada uno tiene sus propios objetivos, sus propios maratones y sus muy particulares carreras. Para mí es un placer despertarme todos los días y venir aquí a encontrarme con seres tan distintos. Qué aburrido sería trabajar con puras personas iguales que buscan las mismas metas”.

Y ahí estábamos las mujeres y los hombres, los flacos, las chaparras, los un poco pasados de peso, los rápidos, los lentos, los pálidos y los morenos, juntos aplaudiéndole a nuestro entrenador.

Ojalá que lo que pasa aquí se transmita a través de pantallas gigantes a otras galaxias, porque seguro que nuestras películas diarias emocionarían a cualquier corporación extraterrestre y equipo interplanetario.

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