Aparentemente, los restaurantes simplemente son sitios para ir a comer. Sin embargo, se trata también de espacios donde encontramos el sabor de la vida. La mesa de un restaurante, para quienes tenemos la fortuna de ir ahí a disfrutar con la familia, no es una simple tabla. Es un muelle para sentarse a contemplar ese horizonte que son los hijos; cuánto han crecido y la manera en que son ya capaces de conducir su propia conversación.

Detrás de una comida están también quienes la preparan, quienes van a hacer negocios, a formalizar o romper relaciones, o a acariciarse por debajo de la mesa. Acabo de regresar de Chicago, la ciudad que Frank Sinatra se apropió con una canción y que está llena de espléndidos restaurantes en los que acontecen cosas que no necesariamente vemos.

Chicago tiene igualmente varios estadios y arenas deportivas, las cuales —lo mismo que los restaurantes y tantas otras cosas— sirven además para fines distintos de los que las originaron. Están el Soldier Field, casa de los Bears de Chicago, o el United Center, duela de los Bulls de Chicago y escenario de conciertos musicales legendarios. El 5 de febrero se presentó Elton John en su gira de despedida, tras recuperarse de una cirugía de cadera y luego de Covid.

“Aquí también me rehice de la sobriedad”, confesó, previo a interpretar “I’m Still Standing” en su piano. “Agradezco a Chicago, que me recibió 53 veces y, sobre todo, donde decidí retomar el control de mi vida. Eso es lo más grande que me ha ocurrido, pues me permitió seguir haciendo lo que amo: tocar para ustedes. Y para mí”.

La Ciudad de los Vientos esconde grandes historias y sus majestuosos rascacielos no son la excepción. El número 550 de la emblemática Avenida Michigan correspondiente al Hotel Intercontinental, que no sólo aloja turistas. En el piso 14 hospeda una alberca olímpica, una de las más bellas del mundo. En sus más de 3.5 millones de litros de agua entrenó durante cuatro años Johnny Weissmüller, deportista y actor estadounidense (de origen austríaco), para los Juegos Olímpicos París 1924, en los que se alzó con tres medallas de oro.

A un lado destaca el edificio neogótico del Chicago Tribune, una joya arquitectónica que combina distintos estilos, resaltando en lo más alto elementos propios de una catedral que se erige como tal en homenaje a la prensa.

Tristemente, la pandemia se encargó de echar abajo muchísimos negocios y certezas. Incluso, en la propia Magnificent Mile, detrás de lo que fueran extravagantes aparadores, ahora sobresalen varias tiendas vacías. No todo siempre sube, hay caídas, la economía está deprimida. Y las personas. Mucha gente se vino abajo y no ha conseguido mantenerse en pie, aunque —como el Rocket Man— varios mexicanos que trabajan aquí me aseguraron que habrán de hacerlo. Detrás de sus sueños rotos hay esperanza.

Esta ciudad ya se levantó una vez de las cenizas.

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