¿Cómo acaba para ustedes el año?, ¿con sus cuentas bancarias más llenas de como empezaron o con menos saldo?, ¿con la familia intacta o registran alguna pérdida importante?
¿Cuál es el balance de su vision board, los objetivos, los aciertos, los fallos y descalabros?
Estos son días para hacer el recuento de los daños en un 2025 que fue amable con unos pocos, memorable con un puñado y hostil con más de los que imaginamos.
Pero... ¿Y cómo fuimos nosotros con el año?, ¿qué ofrecimos, qué le dimos, qué nos guardamos, qué abandonamos, qué le quitamos?
Según estudios y encuestas sobre propósitos de Año Nuevo, de las personas que se fijaron metas relacionadas con ejercicio o deporte, tan sólo el 19% logra cumplirlas hasta finales de diciembre.
¿Qué nos traerá 2026?, ¿cómo habremos de recordarlo?
Ya les había contado que a mi padre no le gustaban tanto los años pares. Él tenía la creencia, por el contrario, de que los impares serían fantásticos. Apenas comenzaban a sonar las 12 campanadas, el primer minuto de enero, nos insistía a mi mamá y a mis hermanos que, como era año impar, nos iría superbién. “Van a ver que sí; créanme”. Luego de tres años impares consecutivos medio regulares, optó por no volver a repetir su frase.
A una semana de que termine 2025, también es buen momento para planear y, sí, para visualizarnos el año que viene. No importa que sea año par, ni que Mercurio esté retrógrado. Por supuesto que no todo está bajo nuestro control, ni en nuestras manos, pero mucho menos sirve abandonar las expectativas de nuestro futuro —y mucho menos nuestro porvenir—, a la voluntad de otros.
Que se cumplan sus planes de entrenamiento y los de conocer lugares nuevos, que lean ese libro por mes, que hagan su primer maratón o completen el 10, que se enamoren, se liberen, o lo que quieran.
Convenzámonos de que estaremos bien si nos concentramos en nosotros y nos ocupamos de eso, de nuestras ideas, nuestros planes, sentimientos y sueños.
Estoy en todas las redes como F.J. Koloffon