Marco Rubio se reunirá el miércoles con la presidenta y funcionarios mexicanos. Rubio no es un funcionario cualquiera. ES el número dos del gobierno de Estados Unidos.

Ocupa una doble cartera: secretario de Estado y Asesor de Seguridad Nacional. Dos de los cargos de mayor influencia, que moldean la política de Estados Unidos. Este encargo doble sólo conoce un antecedente: el de Henry Kissinger, con los presidentes Nixon y Ford.

Por lo mismo, la visita no sólo es, como se ha querido plantear, un tema diplomático.

La doble cachucha de Rubio hace que el núcleo de la visita sea el incómodo tema del narcoestado mexicano.

Por lo mismo, se ha mencionado que firmará un acuerdo de Seguridad —del cual nos enteramos en México por filtraciones de Washington— lo que aleja la visita del ámbito meramente diplomático. México ha intentado negar retóricamente que se esté cediendo en la cooperación con EU en materia de seguridad. Es falso. Hay extradiciones. Detenciones. Vuelos de drones en territorio nacional.

La visita llega en un momento de mucha tensión y de confusión dentro del gobierno mexicano.

Para tendernos la cama, desde el norte el departamento del tesoro anunció que organizaciones chinas han lavado 312 mil millones de dólares —allá y acá— de los cárteles, que ingresan al país por transferencias bancarias, incluidas remesas. Ted Cruz sugirió que México aceptara la ayuda militar “como amigos”. The New York Times dijo el sábado que la presidenta Sheinbaum estaba “exasperada” por no satisfacer a Trump. El domingo, la portada de The Washington Post publicó un reportaje sobre los desaparecidos en Guadalajara. Ayer, The New York Times publicó un reportaje sobre las ramas de guerra que usan los cárteles en Michoacán. El texto recuerda una declaración de Rubio: “Son armas que usan terroristas”.

Los mensajes se enlazan sin pausa después de la declaración del propio presidente de Estados Unidos: “México hace lo que le decimos”.

No sé si hay, en efecto, esa desesperación en el ejecutivo nacional.

Sí sé que hay mensajes de regreso y no sé que tan oportunos y calibrados estén.

El miércoles 19, se ratificó a Adán Augusto López, ligado con el cártel de La Barredora, como líder morenista en el Senado. El jueves, la presidenta firmó un acuerdo con el vicepresidente de Brasil, país con el que Estados Unidos tiene una guerra comercial. Recibió el fin de semana al abogado de Pedro Castillo, el impresentable populista peruano que quiso darse un autogolpe de estado. El domingo, se finiquitó una licitación para dar a médico cubanos casa, comida y transporte. A la dictadura cubana se le sigue subsidiando: con el trabajo esclavo de médicos, con regalos de petróleo (16 mil millones de dólares) y libros de texto.

Todo esto se da justo cuando una fuerza marítima norteamericana de ataque cerca a Venezuela.

Las respuestas mexicanas pueden estar motivadas por la ideología de los duros. Va. Cada quien puede tener la ideología que quiera, pero no a costas de la estabilidad y la prosperidad del país.

La exasperación puede llevar a cometer exabruptos y, los exabruptos, errores.

No se ve una política exterior definida.

Habrá que estar atentos a la visita y analizar lo que se dijo, lo que no se dijo.

Y lo que no se quiso decir.

@fvázquezrig

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios