El presidente fue electo ofreciendo acelerar el desarrollo económico. Pero no da una en economía.

Al igual que los tecnócratas, la 4T tampoco sabe como acelerar inversión y empleo, y sus resultados aun antes de la pandemia, son muy malos.

Inició con un pésimo diagnóstico, sin enfocar los cambios indispensables en las políticas públicas que, desalineando incentivos, han cancelado la prosperidad.

Se equivocaron de causalidad y culparon del desempleo y pobreza a la perversidad y corrupción tecnocrática y empresarial.

Pensaron que reforzando programas asistenciales y sin corrupción se terminaría con pobreza y que no era necesario promover la inversión privada, pero sí manejar -para usarlos- a los empresarios mas ricos.

Esto llevó a dislocar la acción en el manejo económico.

Al tradicional divorcio entre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria y al diagnóstico equivocado, se unió la integración de un desparpajado equipo económico y el activismo presidencial.

Afortunadamente, en medio de esta turbulencia, el presidente ha sido exitoso en controlar el gasto público y contener el déficit sin aumentar impuestos ni energía. Con eso evitó paliar las consecuencias de esas malas decisiones.

Sin embargo, la caída de la inversión y el empleo fue aguda y la economía primero se estancó, y luego se desplomó con la pandemia.

La 4T no acierta en definir los cambios adecuados para tomar la senda de la prosperidad generalizada. Están igual que los tecnócratas: dogmáticos y nada prácticos, pero peor en definir y anunciar sus programas.

Si se quiere verdaderamente ayudar a los mas pobres, sería necesario enfocarse en combatir los oligopolios y las concesiones a los favoritos; evitar la inflación controlando los 25/30 precios de oligopolios y bajar impuestos y precios de energía para hacerlos competitivos.

Con estas medidas bajaría la inflación y se podría reducir rápidamente las elevadas tasas de interés, con lo que el tipo de cambio dejaría de estar subsidiado y bajaría el costo del crédito.

Si a esta receta se le agrega moderación en el discurso y claridad de propósito, la inversión privada se reactivaría y con ello el empleo y los salarios.

Establecer un robusto programa de apoyo a las empresas más pequeñas, permitiría generalizar los beneficios del crecimiento.

Esto sí ayudaría a los pobres con empleo y oportunidades y se mantendría la base fiscal para asegurar el fondeo a los programas sociales.

Ante los retos para reactivar esto urge.

Empresario, fundador de la empresa Katcon y de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI), ex Secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León.

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