Luego de una enorme incertidumbre, y no pocos temores de fraude por la falta de resultados preliminares, finalmente las tendencias muestran como ganador rotundo de las elecciones al exministro de Evo Morales, el economista Luis Arce, quien logró hasta el momento más del 52 % de los votos, muy por encima de Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana con 31.5%, y del ultraderechista Luis Fernando Camacho, del partido Creemos que tuvo solo un 14.1%. Además de ello, debe destacarse que votó más del 87% del padrón electoral, lo cual constituye una participación histórica.
En gran medida se puede entender este triunfo del Movimiento Al Socialismo (MAS) como una reacción de diversos sectores sociales, políticos y económicos, que vieron con preocupación como la derecha opositora buscó por la vía de un Golpe de Estado, legitimar un poder que ya se le había negado en las urnas y que se negaba aceptar de forma pacífica, poniendo sus intereses partidistas y de clase por encima de los del pueblo boliviano y de la democracia. También incidió la agresiva persecución al presidente Evo Morales, a sus funcionarios y a todos aquellos que no aceptaban su poder ilegal, a lo que se suma su incapacidad para atender el problema de la pandemia del coronavirus y las apremiantes necesidades sociales derivadas de una crisis económica que sus acciones incrementaron. Pero el voto es también un espaldarazo al MAS, a Evo Morales y a la gestión económica del ahora presidente Luis Arce, dejando incluso en entredicho el no comprobado fraude electoral que avaló Luis Almagro y la OEA.
Con estos resultados Luis Arce y su compañero de fórmula el indígena David Choquehuanca, logran cerrar el ciclo de agitación social y violencia política que causó la muerte de más de 30 personas. Y es precisamente ese conflicto social y político el primero de los grandes retos que enfrentará el nuevo gobierno, ya que tendrá que tender puentes de diálogo con una posición ahora empoderada social y políticamente, e iniciar un proceso de reconstrucción de los daños sociales e institucionales que se generaron, así como una reconciliación nacional por la polarización causada. Pero en ese propósito se espera que los militares y los partidos perdedores y, en especial los de derecha, demuestren que de verdad les importa el país y que tienen la seriedad, la altura política y el compromiso para saber respetar la incuestionable decisión popular.
Por otra parte, es indudable que tanto el presidente Arce como el Movimiento Al Socialismo deben emprender un cambio a la forma como se venía dando el manejo del Estado, se debe aprender de la lección que dejan los errores cometidos por el expresidente Evo Morales, así como a gobernar con la oposición. El nuevo gobierno debe iniciar desde ya un trabajo fuerte para la reactivación económica, un mejor manejo de la pandemia y el combate de la corrupción, para conducirse en el camino de recuperación que le permita volver a ubicar a Bolivia como era, una economía próspera para todos.
Este resultado de las elecciones no solo es muy importante para Bolivia, es la muestra una vez más de que en nuestra región nunca la violencia puede volver a ser el camino para legitimar el poder, que es el voto popular libre el que garantiza la democracia.