Las caravanas de migrantes provenientes de sur continúan arribando al país. La última, de unas 300 personas provenientes de Centroamérica, Venezuela, Haití y Cuba, salió el 4 de septiembre de Tapachula, Chiapas, con destino a los Estados Unidos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM) esa fue la cuarta caravana que marchó en una semana. Actualmente, la mayoría de los migrantes que solicitan asilo en México provienen de Honduras y Haití . La mayoría de ellos, personas que huyen de la pobreza y la violencia. Tan sólo en lo que va de este 2021 se ha realizado 90 mil solicitudes de esta naturaleza.

Por un lado, la situación en los países del Triángulo Norte de Centroamérica es preocupante. Datos de la ACNUR señalan que al menos 174 mil personas son desplazadas en Honduras, cada año, a causa de la violencia. Si hablamos de El Salvador la situación es igual o peor. En 2015 se registró la tasa de homicidios más alta del continente: 106 homicidios por cada 100 mil habitantes. En Guatemala la situación es distinta. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística de Guatemala, 7 de cada 10 guatemaltecos se emplean en la informalidad. La precariedad laboral y la falta de protección social es la constante.

En el caso de los países del Caribe, como Haití, la situación es mucho más compleja. De acuerdo con la antropóloga estadounidense Caitlyn Yates, fue luego del terremoto de 2010 cuando inició el éxodo de haitianos a distintos países de América Latina, en busca de oportunidades de trabajo y protección. Sin embargo, cuando éstos no encontraron el refugio que buscaban en países como Brasil y Chile, explicó la especialista en una entrevista a la BBC, Estados Unidos se convirtió en el nuevo destino y ello implica, forzosamente, el paso por nuestro país.

Aunque el fenómeno migratorio del sur ha estado presente cuando menos en los últimos 20 años, durante este sexenio se ha vuelto una verdadera bomba de tiempo para las administraciones de Estados Unidos, primero con Trump y ahora con Biden, quienes asumen como un riesgo para sus fronteras el arribo de estas caravanas. Lo anterior involucra, por supuesto, al actual gobierno mexicano. En 2016, según datos de la misma ACNUR, 450 mil migrantes centroamericanos ingresaron a México de forma ilegal. Aunque no existe un dato oficial de los últimos tres años, se calcula que esa cifra se ha incrementado exponencialmente.

La relación bilateral entre México y Estados Unidos se mueve hoy, en gran medida, sobre esta arista. El uso de la Guardia Nacional en la frontera sur no es fortuito. Las presiones del vecino país del norte son más evidentes. Sin embargo y lamentablemente, no existe una política migratoria que garantice el respeto de los derechos humanos de los migrantes del Caribe, centro y Sudamérica.

Lo que hemos visto en las terribles escenas recogidas por periodistas y medios de comunicación que han dado seguimiento al desplazamiento masivo de migrantes es una barrera de toletes y uso de la fuerza para contener el éxodo. Las imágenes son indignantes que nos recuerdan episodios como el Muro de Berlín, la detención de sirios en Medio Oriente y la persecución de migrantes africanos en las costas del Mar Mediterráneo; solo que ahora nuestro país es el protagonista, el guardia de las fronteras. Triste papel el que estamos asumiendo mientras las caravanas de la esperanza continúan desplazándose por Huixtla, Huehuetán, Tapachula y otras localidades de Chiapas, con la finalidad de cruzar al otro lado.

Vocero del PAN

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