Muchas veces, el presidente López Obrador ha presumido de haber escrito, de su puño y letra, el Plan Nacional de Desarrollo. Se deja atrás, dijo en marzo de 2019, la política neoliberal, “hay un cambio de régimen, un cambio de política económica”. Por lo tanto, tenemos derecho a evaluarlo a la luz del PND que, por cierto, se supone es el documento más meditado, porque este gobierno será juzgado por los resultados que promete en él.

“Estamos empeñados, en primer lugar, en acabar con la corrupción en toda la administración pública, no sólo la corrupción monetaria sino la que conllevan la simulación y la mentira”, establece el documento. El objetivo no es atenuar, disminuir o controlar la corrupción, sino acabar con ella. Sin embargo, después de tres años no hay un solo sentenciado por corrupción. Por el contrario, se exhibe la impunidad de los primeros hermanos, las cuñadas y los cercanos. Las compañeras y compañeros de causa.

En cuanto a las mentiras, de acuerdo con Luis Estrada, López Obrador acumuló al primero de septiembre, 61 mil 79 mentiras, sólo en sus montajes mañaneros. Y en los 55 minutos que duró su Tercer Informe de gobierno agregó 88 más. La mentira es la principal herramienta política de este gobierno. Tiene un objetivo preciso: anular la frontera entre los hechos y la ficción, entre lo verdadero y lo falso. La mentira le sirve para quitarle a la oposición bases objetivas para criticar al gobierno.

En el terreno de la simulación, el compromiso incumplido de prohibir las adjudicaciones directas es un ejemplo claro. En la campaña de Morena la palabra adjudicación se utilizó, con razón, como sinónimo de corrupción. Ahora esa conducta alcanzó niveles nunca vistos, pues 8 de cada 10 contratos se entregan en lo oscurito, al gusto del comprador. Muchos ciudadanos piensan que el mecanismo está siendo utilizado para crear una camada de nuevos ricos adictos al régimen; al estilo de Venezuela o Rusia. Cada quien sus propios ricos.

En otra parte, el PND establece que “ante la imposibilidad de derrotar las diversas expresiones delictivas por medios exclusiva o preponderantemente policiales y militares, y frente al absurdo de querer pacificar con métodos violentos, resulta imperativo considerar la adopción de modelos de justicia transicional que garanticen los derechos de las víctimas y que, al mismo tiempo, hagan posible el desarme y la entrega de los infractores, a quienes se respetarán sus derechos legales y se les propondrá un cambio de vida”.

Tres años después y a pesar de que se han llenado más de dos mil 200 horas de palabrería presidencial en las mañaneras, el concepto “justicia transicional” ha desaparecido del vocabulario oficial. Del mismo modo, se anunció en el papel, pero nunca más volvió a tratarse, la creación del Consejo para la Construcción de la Paz, como una instancia de “vinculación y articulación” entre “todas” las instituciones y actores de México y el extranjero que trabajan por la paz.

De acuerdo con el PND “en 2021 deberá cumplirse la meta de alcanzar la autosuficiencia en maíz y frijol y tres años más tarde, en arroz, carne de res, cerdo, aves y huevo”. A menos que ocurra un milagro en los últimos tres meses de este año, las importaciones de maíz llegarán a los 17.9 millones de toneladas métricas, un 4.5 por ciento más que en 2018. En lugar de avanzar hacia la autosuficiencia prometida, vamos hacia atrás.

En relación con el frijol, el panorama no podría ser más desastroso: en los primeros ocho meses del presente año las importaciones aumentaron 141.2 por ciento en relación con el mismo periodo de 2020. En 2018, México importó 165 mil toneladas métricas de este grano básico. En 2021 ya se acumularon 158 mil y aún falta contabilizar el consumo de los cuatro meses restantes.

Uno más: “el Ejecutivo Federal aplicará las medidas necesarias para garantizar que los extranjeros puedan transitar con seguridad por el territorio nacional o afincarse en él”. En julio de 2019, el presidente ordenó el despliegue de 20 mil elementos de la Guardia Nacional para amurallar la frontera sur e impedir el paso de migrantes. En abril pasado envío otros ocho mil 715 elementos para reforzar. También en abril, de acuerdo con información dada a conocer en Estados Unidos, la Guardia Nacional desplegó nueve mil elementos en la frontera norte para impedir el paso de migrantes, sean mexicanos o de cualquier otra nacionalidad, a territorio estadounidense.

A mitad del sexenio, las promesas del PND están muy lejos de la realidad. La pobreza y la miseria se han multiplicado, el desempleo aumentó, los cárteles del narcotráfico se apoderan cada vez de más territorio; la violencia, la inseguridad y la impunidad crecen como humedad en tierra seca. Los sueños se desmoronan. Y viene lo peor.

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