La casa de Cuernavaca 10 , tenía un patio trasero en el que cabía un chapoteadero inflable en el que los cinco hermanitos “nadábamos” desde los viernes en la tarde llegando de la escuela; el calor era extremoso.

Ahí estaba también saliendo en la orilla del lado izquierdo el lavadero; había como en muchos patios traseros también un tendedero de pared a pared y un pequeño cuarto de triques. Era muy poco divertido que como hermano mayor, mi mamá me encomendara lavar los pañales de mis hermanos gemelos , los más pequeños. Aquí está tu jabón Zote, y hay que tallar y restregar pañales y ropa para que si un día yo no estoy, lo sepas hacer. Cuando termines te puedes salir a jugar, así que apúrate si quieres alcanzarlos.

El Dona, Necho, Teté, Raúl, el Tito, Moguel, Morlet, Amable y los hijos de Carlos Turcato y el Chueco Candia eran mis amigos. Qué fiesta fue conocer a Don Carlos, Técnico del Zacatepec. Refunfuñaba lavando pañales, pero la recompensa era grande.

Hace unos días platicando con ese par de hermanos inseparables, “los gemelitos”, Roberto nos decía a Richard y a mí, que ahora con la pandemia trabajaba más porque cosas que no hacía antes, tenía que hacerlas él, porque no había quien las hiciera. Sonreímos. La televisión era una Admiral de torreta; te levantabas para cambiarle de canal y era en blanco y negro.

Mi papá se las ingeniaba para arreglar el contraste, brillo y quitarle las rayas verticales u horizontales que eran frecuentes al encenderla. Solo veíamos el 2 y el 4. Pasaban el futbol los domingos a las 12 desde el Azteca y no nos lo perdíamos. Ahí amé a Enrique Borja, porque a mi papá no le caía tan bien Carlos Reynoso porque le había metido un gol de media cancha a Vázquez del Mercado y éramos Necaxistas y del Atlético Español. Un equipazo aquel América al que llegaría después Oswaldo Castro Pata Bendita también chileno.

El pique velado entre ellos, según nosotros, era hasta en los puestos de periódicos con el Borjita y el Pirulete, las dos revistas antagónicas para niños y jóvenes de esos años.

Ángel Fernández anunciaba también la fabulosa revista deportiva Deporte Color , pídanla a su voceador, rimaba vendiendo. Esta madrugada 91 de Covid-199, estoy terminando de escribir casi a las 2 de la mañana esta columna que les dedico a mis cuatro hermanos y mis papás. Ayer miércoles lavé en la casa en la que estoy viviendo. Tiene patio y un lavadero en el que restregué mi ropa con jabón Zote y tendí mis pants, un par de playeras y mi pijama, pensando también en mis hermanos Javier y Mauricio. Hago cosas que no hay quien haga y que mi mamá bien me dijo: “Apréndelas para cuando yo no esté”.

Son recuerdos que nos mantienen vivos.

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