Ayn Rand se interroga por el sistema capitalista y analiza por qué no está implantado en todo el mundo, sino que, al contrario, tiene tantos detractores. Es entonces cuando crea la filosofía objetivista, muy arraigada en el individualismo, que (en sus palabras) es una filosofía <<para vivir en la Tierra>> (María Blanco González, 2007, en Luis Perdices de Blas y Elena Gallego Abaroa (coordinadores), Mujeres economistas. Las aportaciones de las mujeres a la ciencia económica y a su divulgación, durante los siglos XIX y XX, Ecobook-Editorial del Economista, Madrid).

Por razones propias de la dominante trivialización de casi todo, el Foro Económico Mundial celebrado –como siempre- en Davos, Suiza, esperó con atención la llegada de Javier Gerardo Milei y su estridente disertación, encaminada en el firme propósito de <<hacer, otra vez, grande a la Argentina>>, por la prometedora vía del libre mercado.

Como buen populista, explicó la ruina de su país como el resultado natural de un siglo de colectivismo, entendido como la puesta en práctica de políticas tendientes a alcanzar el bien común. Con la mirada puesta en su felino ombligo, no parece capaz de conocer, primero, los límites del mercado y, después, los suyos propios, tanto políticos como intelectuales.

Sin fuerza parlamentaria apreciable y sin el apoyo de los gobiernos provinciales, la mayor parte de su “proyecto”, por fortuna quedará en esa verborrea, más nutrida de <<carajos>> que de ideas.

Lo verdaderamente sorprendente es la gran expectativa de la audiencia para escuchar, sin el no tan afilado instrumental filosófico austriaco, una nueva defensa “moral” del capitalismo individualista que hoy se encuentra en gran tensión.

Al aplicar una cura letal a una inflación que no es monetaria, elevando las tasas de interés y provocando un súbito incremento en el pago del servicio de la deuda de algunos países, como Argentina, que se encuentran sobre endeudados, el capital financiero –antes que dejarse seducir por las lisonjas del León (por fuerza debió adoptar el apodo de algún animal, aunque lo suyo suyo es, más bien, canino)- se ve obligado a recordarle al señor Milei que las deudas se inventaron para ser saldadas. Y que su país tiene muchas, muy grandes y de cobros inminentes.

Cuando las cosas van mal, siempre pueden ir peor, reza una vieja conseja que, por desgracia y para no variar, sufrirá muy pronto el pueblo argentino. Quién les manda.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.