Este artefacto utilizado para controlar el tránsito vehicular, se inventó en Londres, en 1868, para controlar el tráfico de los ferrocarriles londinenses.

Sin embargo, esa palabra que tiene su etimología en las voces griegas “sema” que significa señal, y “foros” portador, se empleaba desde hace mucho más tiempo y consistía en un mástil alto desde el que se hacían señales con banderas o con luces, a los barcos que se acercaban a un puerto.

Pero no voy a referirme a ese aparato eléctrico; voy a escribir del que se identifica actualmente como semáforo epidemiológico utilizado para medir por regiones la presencia de la epidemia que sufre la humanidad desde hace más de un año.

De acuerdo con las últimas noticias, y manteniendo la jerarquización de colores empleados, tenemos ahora en una parte importante de la república el semáforo naranja, que es un grado menor al más alto que es el rojo.

Conforme las cifras oficiales, han aumentado significativamente los contagios en los últimos días, y esto puede anticipar, ojalá no sea así, un mayor número de defunciones.

Esto es muy posible que no suceda por la aplicación que se ha hecho de la vacuna a la población.

Pero lo que yo no entiendo, es por qué, si nos encontramos en el nivel que la propia autoridad está señalando, no se han aplicado medidas restrictivas que eviten una mayor propagación.

Entiendo bien, que la suspensión de actividades comerciales provocará un mayor deterioro a la economía nacional.

Bastante se ha lastimando con medidas tan absurdas como cancelar el aeropuerto, gastar en una inútil consulta para saber si la ley debe aplicarse o no, como la que se celebrará el domingo 1 de agosto, o la ausencia de la autoridad que ha permitido bloqueos de carreteras y vías de ferrocarril con la mayor libertad, como para que se le continúe deteriorando.

Se ha dicho por el gobierno, en una declaración poco clara que “se espera que las entidades transiten entre niveles de riesgo bajo y moderado la mayor parte del tiempo y que pasar a los niveles de riesgo alto y máximo se entienda como una verdadera alerta sanitaria”(sic)

Me pregunto, y pregunto a la autoridad, ¿qué está haciendo para que las entidades transiten entre niveles de riesgo bajo y moderado?

Entiendo que nada. No se han marcado restricciones para el acceso a lugares públicos, no se ha hecho obligatorio el uso del cubrebocas como medida preventiva, no se han establecido campañas que inviten a la vacunación a aquellas personas que se han abstenido de hacerlo; no se ha previsto sancionar a quienes no cumplan con las disposiciones sanitarias, lo que de ninguna manera se podría considerar como represión.

Eso será mejor que una tolerancia, que parece indiferencia, o desinterés en la cosa pública en aras de una muy mal entendida libertad para los gobernados.

El 25 de octubre de 2016, Peña Nieto tuvo la expresión de que “ningún Presidente se levanta con el ánimo de como joder a México” ; comparto esa expresión y por eso le pido al Señor Presidente, que modifique muchas de sus decisiones, entre otras, que le haga caso al semáforo de salud, y no lo mire como un instrumento inútil.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.

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