El pasado domingo es indudable, y muy gratificante, que independientemente de los Partidos o candidatos que hayan obtenido más votos, quien ganó fue la democracia.

Ese triunfo se alcanzó, con la participación ciudadana, que formó parte de los funcionarios de las casillas, y desde temprano estuvieron instalándolas y después durante todo el día, recibieron a quienes llegaban a votar; los identificaban, les proporcionaban las boletas electorales y les marcaban el pulgar como constancia de su participación, y finalmente, contar cada una de las boletas para registrar los números obtenidos.

A los miles de ciudadanos participantes que hicieron posible el desarrollo de esa actividad electoral, debemos agregar la tarea realizada por el Instituto Nacional Electoral.

Hemos de sentirnos orgullosos de esa institución que permitió tener un domingo en el que hubo una afluencia muy importante de ciudadanos a nivel nacional con una organización que garantizó el orden y la transparencia.

Reconocemos el esfuerzo de los Consejeros, y la coordinación de su Presidente. Lo hicieron muy bien, las críticas que sin razón les fueron hechas, quedaron superadas con su trabajo.

Con el triunfó de la democracia, alcanzó una victoria la sociedad mexicana. Sin hacer distingos de clases sociales ni grupos económicos, fue un día en el que con madurez escogimos los mexicanos a los cientos de candidatos que lucharon por una posición política.

Acudimos todos, de todos los niveles culturales, a votar, nos hermanamos en ese acto cívico, por encima de nuestras preferencias electorales, y los reiterados llamados a la división y confrontación convocados por el Ejecutivo.

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En la capital de la República, por encima de las equivocadas apreciaciones del Presidente López Obrador, que criticó a la clase media, y la llamó “aspiracionista (sic) egoísta y que quieren triunfar a toda costa”, su Partido tuvo un retroceso significativo.

Muy probablemente, como el mismo Presidente lo reconoció, por estar integrada esa clase media por profesionistas, y que por eso son difíciles de convencer por la 4 T. Critica a quienes tienen deseos de superarse, y por intentar vivir mejor les llama egoístas, y el que tengan aspiraciones, lo juzga como una conducta equivocada.

Tal parece entonces que la mediocridad y el conformismo son valores que deben enaltecerse y sentirse positivos.

Probablemente por eso, al existir más de doscientos veinte mil mexicanos fallecidos por la pandemia, a quien es el coordinador de la campaña para atacarla, al concluir las conferencias vespertinas que diariamente se ofrecían para informar sobre la misma enfermedad, lo felicitaron entusiastamente.

Me pareció extraño, que con esos resultados, se llevaran hasta mariachis para despedir de sus conferencias al doctor López Gatell.

Con toda seguridad los familiares de las personas que fallecieron no asistieron a ese festejo, y en el caso de haberse entonado las golondrinas, clásica canción que se usa como una forma de despedida, pudo haberse considerado que no eran para el Subsecretario de Salud, sino para las personas que fallecieron por esa enfermedad.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.

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