El pasado sábado, 26 de julio, pudo haber sido trágico para el boxeo femenil mexicano y el boxeo nacional en general.
Días antes, se anunciaba con bombo y platillo el debut profesional de una niña de tan solo 12 años llamada Romina “La Bambita” Castán, quien buscaba establecer un récord Guinness como la peleadora más joven en debutar de manera profesional... Pero, ¿a quién carajos le importa un récord Guinness cuando la vida está en peligro?
Al parecer, el mayor impulsor de esta barbarie —que afortunadamente no se concretó— fue el padre de Romina, un boxeador en activo con récord de 14-8-1 y 9 nocauts, llamado Isaac “La Bamba” Castán, quien peleó por última ocasión el pasado 14 de junio en su natal Veracruz.

Seguramente, impulsado por la pasión que siente y vive por el boxeo —y deslumbrado por la locura de alcanzar un récord junto a su hija— Isaac se dejó llevar por el corazón y no por la razón. Afortunadamente, ni el debut, ni el récord, se consumaron.
Como ustedes saben, fui el primero en levantar la voz de manera enérgica, oponiéndome rotundamente al debut de la pequeña veracruzana. Apenas me enteré del peligro que correría, vino a mi mente mi nieta Gianna Peraza, quien recién cumplió 10 años.
Me pareció grotesco imaginar que una niña —con solo dos años más que ella— pudiera subirse a un ring a enfrentar a una adulta. Y peor aún: hacerlo como parte de una función organizada por la empresa promotora Tiger’s Promotions, presidida por Gustavo Atilano Ramírez. Por donde se le vea, esto estuvo a punto de violar todas las leyes de protección laboral a menores, con la agravante de poner en riesgo la vida de una niña.
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Luego de que un servidor alzara la voz en redes sociales, afortunadamente Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, se unió a este llamado y ayudó a que semejante aberración no se llevara a cabo.
En defensa de Mauricio —quien fue duramente atacado en redes— aclaro que él no tiene responsabilidad alguna en este caso. No tiene la potestad de autorizar ese tipo de combates, pues no son sancionados por el organismo que preside.
Vamos, él no es presidente de ninguna comisión local de boxeo y en este caso, menos aún de la Comisión de Boxeo de Veracruz. Para que quede claro: Mauricio no autorizó la pelea y lo que hizo fue intervenir para dialogar con los involucrados y evitar que se cometiera ese acto vergonzoso.
Por cierto, quien había autorizado en lo previo la pelea —por parte de la H. Comisión de Boxeo de Puente Nacional— fue Imelda Ramírez Pérez.
No cabe duda de que en el boxeo existen muchos huecos legales donde se esconden los mañosos que lucran con este deporte. Sin embargo, afortunadamente, también hay personas como Mauricio Sulaimán y este su servidor que —lejos de ser lángaros como varios— intentamos que el boxeo mexicano y el boxeo mundial sean cada día un poco mejores.
No les quepa la menor duda de que seguiré trabajando arduamente a favor de que se legislen muchas iniciativas que beneficien a nuestro boxeo. ¡Ya basta de que los carentes de escrúpulos sigan aprovechándose del boxeo!
Urge que las autoridades revisen los reglamentos estatales, legislen con claridad y establezcan sanciones ejemplares para quienes intenten poner a menores en un ring profesional. El boxeo no puede —ni debe— ser tierra de nadie.