La migración hacia Estados Unidos desde Guatemala , Honduras y El Salvador no se detiene. Crece continuamente y plantea grandes desafíos para dos países que tienen una vecindad única en el mundo: México y Estados Unidos con sus 3,200 kilómetros de frontera a lo largo de los cuales se ubican 14 ciudades hermanas con permanentes intercambios. También está creciendo la migración de mexicanos hacia EU, lo que evidentemente tiene relación con la pérdida de empleos acá. Hasta hace poco la migración desde México se encontraba en un punto de equilibrio entre quienes llegaban a EU y quienes regresaban a México.

Ambos países enfrentan un desafío con múltiples facetas que tiene un interés primordial sobre todo en la medida en que la migración no sólo no se detiene, sino que continúa creciendo aceleradamente con la peculiar característica de los importantes cambios a lo largo del tiempo, que tienen que ver sobre todo con las condiciones de los tres países centroamericanos conocidos como Triángulo del Norte : Guatemala, Honduras y El Salvador. La importancia de la migración se evidenció, de nueva cuenta, al ser abordada en la primera conferencia de prensa del presidente de EU, Joe Biden , así como en el encargo a la Vicepresidente Kamala Harris de trabajar con México, Guatemala, Honduras y El Salvador para frenar la migración.

Es por demás evidente que frenar la migración es un asunto de interés para Estados Unidos y para México, aunque por ahora el presidente López Obrador tiene la vista puesta en las elecciones intermedias del 6 de junio. México tiene una responsabilidad enorme porque la migración desde los países centroamericanos no sólo atraviesa territorio nacional, sino que la frontera mexicana con Guatemala es muy porosa, porque gran parte se ubica en territorio boscoso, maravillosamente salvaje. Es tan difícil de controlar que baste decir que está trazada con mojoneras y que después de una temporada de lluvias es difícil encontrarlas y se reanuda su ubicación por un cuerpo de ingenieros.

Es evidente que la migración es un fenómeno que tiene raíces profundas. Primero por la búsqueda de trabajo a la que obliga la inseguridad, el hambre, la falta de empleo y de desarrollo de los países, pero también es urgencia del riesgo frente a la violencia: los robos, violaciones, los asesinatos, la inseguridad, para decirlo en una sola palabra, que padecen las familias en los tres países centroamericanos del llamado Triángulo del Norte. Es decir, la migración requiere soluciones de fondo, de mediano y largo plazos, que se deben de iniciar hoy, no mañana ni pasado, y que implica el compromiso y la participación política y económica de Estados Unidos y México, pero también de los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala. Hay proyectos que se han venido desarrollando, es necesario analizarlos y ponerlos en marcha, de manera continua aunque no tendrán resultados inmediatos sino en el mediano y largo plazos. Porque las condiciones de fin de la pobreza, de organización social , producción, empleo, seguridad tienen que construirse, requieren programas que por cierto ya han avanzado por la Cepal y requieren recursos económicos para el desarrollo por parte de Estados Unidos y de México.

México puede asumir un rol importante. No será la primera vez, baste recordar su liderazgo de Contadora en los años de 1980. Somos los vecinos cercanos, tenemos coincidencias culturales, idioma, producción agrícola similar, historia y vecindad con solidaridad, negociación en los conflictos de Nicaragua y El Salvador; al sur en Guatemala está nuestra primera frontera.

Los migrantes en todos los casos buscan empleo y mejores condiciones de vida, no son delincuentes y es evidente que si no encontraran empleo en EU no migrarían. Hace años eran hombres jóvenes los que migraban fundamentalmente desde México, luego inició la migración femenina y ahora la mayor parte es de familias o incluso de niños no acompañados, mayoritariamente provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador que en su marcha hacia EU atraviesan territorio de México. Hay también migrantes que llegan vía aérea, los menos, por cierto. En el fondo hay dos fenómenos: EU necesita la mano de obra y los migrantes necesitan el empleo. Y, así las cosas, la característica de la migración es la falta de papeles, por lo que equivocada y despectivamente se le llama ilegal, aunque en realidad no lo es porque no hay delito de por medio, sino una violación de normas administrativas estadounidenses .

Y si los proyectos para el sur de México y para los tres países centroamericanos son de mediano y largo plazos, habrá que tener políticas puestas en marcha en ambas fronteras: la de Estados Unidos con México y la de México con Guatemala, donde ahora mismo hay dos crisis terribles de hacinamiento de poblaciones, de derechos humanos elementales violados, de violencia criminal, de insalubridad, salud- pandemia y falta de alimentación. Ahí hay urgencias que creemos que los gobiernos de Estados Unidos y México pueden atender, posponiendo incluso en el caso de México grandes obras como la refinería de Dos Bocas y el tren maya . Debe haber prioridades. ¿O no? Porque lo que estamos viendo en México es que es cierto que crecen las remesas, lo que se aplaude, pero también crece la migración de mexicanos a EU, y es que algo está pasando. Hay que reconocer los problemas para solucionarlos. El desempleo y el aumento de la pobreza en México es un grave problema a atender de manera prioritaria. ¿O no?

Hoy está presente la tragedia, los dramas de los niños no acompañados que están llegando a EU enviados por sus padres que ante la imposibilidad de cruzar los enviaron solos o con coyotes, ahí están los niños muertos, desaparecidos, pero también los que logran cruzar y quedan bajo la responsabilidad de EU. Está ahí también la tragedia de ayer, la niña de nueve años que se ahogó al intentar cruzar el Río Grande (Bravo le llamamos en México), y otros niños y una mujer que lograron ser salvados.

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