Dieron la vuelta al mundo las imágenes de guardias fronterizos de Estados Unidos, a caballo y con fuete en mano, persiguiendo a migrantes haitianos (hombres, mujeres, niños) que pretendían cruzar el Río Bravo en la frontera con México para llegar a la ciudad de El Río en Texas, E.U. El escándalo fue recogido por la prensa nacional e internacional, como ejemplo de la brutalidad, de la violación a los Derechos Humanos con que eran tratados hombres, mujeres y niños, indefensos, asustados y algunos golpeados para impedir su entrada a Estados Unidos. El escándalo fue tal que al día siguiente los caballos fueron sustituidos por una larga valla de patrullas para impedir el cruce, es una especie de muro a lo largo del río. 

13 mil haitianos buscaban llegar a Estados Unidos para solicitar asilo. Lo que siguió es también ya parte de la tragedia: contra su voluntad y por la fuerza, cientos han sido obligados a abordar aviones para regresarlos a Puerto Príncipe o a otro aeropuerto haitiano. Sin importar, ni reconocer por parte de E.U. el peligro que les espera al regresar al país del que habían huido, convencidos de que no sería fácil pero confiados en que encontrarían refugio, asistencia.  Tuvieron que pagar a polleros para ser transportados hacia la frontera de México con Estados Unidos, resistiendo malos tratos con tal de alcanzar la esperanza que representaba para ellos llegar a un país seguro, donde hubiera trabajo. Necesitaban desesperadamente asilo o refugio, pero se inició ya la expulsión forzada de los haitianos con graves violaciones a sus derechos humanos, sin importar que la expulsión y el regreso a Haití representaría serios peligros para quienes son violentamente retornados sin siquiera ser escuchados. Ciertamente, el gobierno de Biden en EU tiene también presiones internas crecientes, pero nada justifica lo que está sucediendo. El jueves salieron 5 o 6 aviones con mujeres, jóvenes, niños, hombres que no querían regresar a Haití. Lo que les ocurra será responsabilidad de E.U.

La súbita renuncia el jueves del Enviado Especial de EU en Haití, Daniel Footes, en protesta de lo que llamó "deportaciones inhumanas" de migrantes haitianos, acusó a la administración de llevar adelante una equivocada política al regresar a migrantes haitianos a su país a pesar de las deterioradas condiciones políticas y humanitarias allá. Es evidente que el gobierno de Biden no tuvo en cuenta la opinión de Footes, que considera esa una política errónea. “No quiero ser asociado con decisiones inhumanas y contraproducentes que deportan (por la fuerza) a migrantes haitianos a su país a pesar de las condiciones políticas y humanitarias deterioradas”.  Un país donde los funcionarios americanos estamos confinados a recintos de seguridad por los peligros que plantean las bandas armadas que controlan la vida diaria. Footes le escribió al Secretario de Estado, Antony Blinken. Biden está siendo objeto de fuertes presiones por la expulsión de los haitianos. Y también por parte de los republicanos aliados de Trump.

Otra interrogante queda planteada para México: ¿qué hizo frente a esa crisis que tambien tocó territorio nacional? ¿A cuántos haitianos que pasaron por México les dio refugio? ¿A cuántos atendió la COMAR? ¿También fueron maltratados acá o en Guatemala algunos haitianos, como sucede con muchos otros migrantes en territorio guatemalteco?

Crece la migración de mexicanos

La migración que llega desde México hacia Estados Unidos ha alcanzado un pico muy alto que deberá ser considerado histórico. Se calcula que en julio y agosto llegó a 200 mil migrantes, asegura en nuestra conversación Tonatiuh Guillén, investigador del Colegio de la Frontera Norte y ahora profesor en la UNAM, quien estuvo a cargo del Instituto Nacional de Migración a principios del sexenio. Advierte: si se considera que los haitianos que llegaron a México eran alrededor de 13 mil, estamos hablando de una pequeña cifra del total. Advierte: una cuestión que llama la atención de la que poco se ha hablado es que los mexicanos que migran a EU son ya una tercera parte de esos 200 mil, lo que muestra un crecimiento importante: la migración de nacionales había disminuido de manera notable en los últimos años; entre las razones del aumento actual de la migración mexicana a EU está la pandemia, la pérdida de empleos, el crecimiento de la pobreza y de la violencia, lo mismo en México.

Cuando se habla de que México recibe cifras crecientes de remesas, en realidad se aplaude. Pero hay más mexicanos que están en EU porque no hay trabajo acá, porque priva la incertidumbre y cae la economía, por el cierre de empresas sobre todo pequeñas y medianas, por la pandemia.  Pero además porque hay mano de obra necesaria en EU, recuérdese aquello del reconocimiento de los “trabajadores esenciales” que no deben ser deportados aún siendo indocumentados. Se aplauden las remesas que son un alivio para la economía, a costa de la migración mexicana creciente, eso no se informa. ¡Lamentable!

Lo que preocupa a EU es que México se ha convertido en ruta para llegar a Estados Unidos, llegan migrantes desde Nicaragua, Cuba, Brasil, Venezuela, Colombia… y vienen también de fuera de América Latina, de países tan lejanos como India. Los polleros se enriquecen y encuentran incluso rutas desde cualquier país o de Sudamérica. Los migrantes la pagan. EU exige a México el control de los migrantes que atraviesan el país para llegar a la frontera.  También pagan altos costos los países obligados a intentar contener lo incontrolable: la migración. México ha asumido una responsabilidad, mal entendida y peor trabajada: impuso la Guardia Nacional para contener la migración proveniente de México, lo mismo en el Suchiate que en el Río Bravo. Se trata de un apoyo exigido por Washington, de un “apoyo” singular y único en la historia de la relación entre los dos países. Milicia mexicana en nuestras fronteras sur y norte contra migrantes centroamericanos, latinos y también mexicanos que intentan llegar a EU, que cierra fronteras sin lograr detener la migración. En resumen: creciente violencia. 

El mayor error de México fue aceptar por parte del gobierno de López Obrador la imposición de Trump para que quienes pretendieran llegar a Estados Unidos desde territorio mexicano, sin importar su nacionalidad, permanezcan en México. Se quedarán acá hasta que se resuelva su trámite de asilo, que en muchos, si no es que la mayoría de los casos no se ha abierto y cuyo término de duración, positiva o negativa, puede ser de años. México se echó encima otra parte importante de la crisis migratoria de quienes buscan llegar a EU. “Quedarse en México”, ahora la pagan ciudades fronterizas a uno y otro lado de la frontera: en México y en Estados Unidos, sin que se haya encontrado una solución al respecto. La única alternativa es el cierre de la frontera Mex-EU.  Lo que afecta a las ciudades vecinas de ambos países.

Esto no tiene fin. Comenzó cuando el gobierno de México ofreció a los migrantes buen trato y bienvenida al iniciar el actual gobierno, con lo que alentó la migración. Ha seguido creciendo ya por tres años sin políticas de corto, mediano y largo plazos. El gobierno de AMLO dio un giro a su política cuando midió la imposibilidad de sostenerla: EU no aceptaría la llegada de grandes caravanas de migrantes, en el gobierno de Trump. Pero como el brujo que echa a andar la escoba para que traiga agua y cuando comienza la inundación no sabe cómo pararla, ahora México tiene una crisis migratoria que aglutina a muchos movimientos poblacionales que buscan llegar a Estados Unidos atravesando dos fronteras nacionales, la del sur en Guatemala y la del norte a lo largo de algo más de 3,200 kilómetros de frontera que colindan con 15 o 16 ciudades de EU. 

Por ahora la propuesta de México se centra en “Jóvenes construyendo el futuro” ¿para plantar árboles que fructificarán en 10 o 15 años, para promover el trabajo, el desarrollo y la seguridad? O lo que es lo mismo no hay políticas, proyectos concretos y viables para impulsar el desarrollo regional de los países y regiones más atrasados en Centroamérica, y de México mismo.

Habría que recordar logros importantes en la crisis de los 80 en Centroamérica. México recibió a nacionales de Guatemala, Nicaragua y El Salvador, contribuyó a la paz en la región, destacan los Acuerdos de Chapultepec que pacificaron a El Salvador. El apoyo a Guatemala, la gran labor de la COMAR para recibir grupos de centroamericanos que se quedaron en México y otros que fueron repatriados a El Salvador y a Guatemala; entre esos grupos estuvo Rigoberta Menchú, líder guatemalteca que recibió el Premio Nobel de la Paz. Los países centroamericanos construyeron su unificación, por ahora desplomada. La intervención armada de EU contra Nicaragua deterioró mucho de lo anteriormente alcanzado. Se puede ubicar en el origen de pandillas armadas y utilización de armamento norteamericano en esos años, lo que ha incrementado la violencia desde entonces. 

Hay que reconocer también que en materia de fronteras y tránsito entre países se nos paró el reloj hace tiempo, tenemos políticas y mecanismos que funcionaban en los siglos 18 y 19.  

Periodista, analista internacional