La República está gravemente enferma. Padece cáncer. Está Infestada. Ha hecho metástasis. Ha interesado todos sus órganos estatales. A la sociedad entera.

El diagnóstico es inequívoco sólo con los datos que reveló “El Mayo” Zambada. Sumados a los que representan todos los cárteles, son una sentencia fatal para México.

O se busca la cura con las medidas más dolorosas y extremas, o su muerte --en tantas formas como puede morir una Nación--, será inevitable.

Hay un problema mayor: quienes desgobiernan, se niegan a recibir ayuda con argumentos que ni siquiera se atreven a discernir. Precisar. Redimensionar en su significado. Alcance. Consecuencias.

Por decisiones precedentes, previsiblemente, la presidenta no cambiará su posición. Ha sido enfática. Constante. Su no es categórico. Firme. Indubitable.

En sus palabras:

“En la relación de México con Estados Unidos, nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, expresó desde el inicio del segundo periodo de Donald Trump en la Casa Blanca. A cada tanto lo reitera.

Empero, su discurso es motivo de una indispensable clarificación. A la luz de la carga y el propósito que le ha dado. Desde el atril mañanero. Con el acompañamiento de sus “defensores”.

De ese ejercicio, se establecerían perfectamente el contexto. Límites. Condiciones del ofrecimiento que el presidente de los Estados Unidos le ha hecho:

“Sí. Si México quisiera ayuda contra los cárteles, sería un honor para nosotros ir y hacerlo. Se lo dije”. Y lo ha repetido.

Nadie ha hablado de subordinación. Si Trump quisiera establecer esa relación podría hacerlo. Abiertamente. Tiene el poder para ello.

Él y sus más cercanos colaboradores en materia de seguridad, en las distintas áreas, han apoyado la idea de cooperar con México.

Ninguno ha mencionado la palabra invasión. En ninguna circunstancia viene al caso.

Con, y por ese concepto, se han generado linchamientos contra todos cuantos opinan sobre el tema. El coro de los epígonos que descalifican el diálogo. La propuesta. La razón, se desgañita.

La disposición que ha mostrado el gobierno norteamericano a auxiliar a nuestro país en la lucha contra los cárteles, se reduce a enviar efectivos militares para acabar con ellos. Los que ha colocado en el status de terroristas.

Un posible despliegue de sus fuerzas armadas, se daría sobre targets específicos. La acción sería planeada. Limitada. Temporal. Rápida. Seguramente se buscaría que fuese incruenta al máximo.

Únicamente en esos términos podría ser pactada. En otros términos, ¡no! ¡Nunca! Al precio que fuere.

Con la tecnología con la que cuenta, esa tarea se reduciría prácticamente a llevar a las guaridas de los criminales a quienes se encargarían de ellos. La gente no correría riesgo. No habría daños colaterales.

En ningún momento, hasta hoy, ninguna autoridad estadunidense ha dicho que sus soldados y marines incursionarían en territorio nacional bajo los cánones de una invasión.

Su objetivo no es atacar a la población. Ni apropiarse del territorio, premisas de una invasión. Sus enemigos son los narcotraficantes. Los quiere y, a cualquier costo, los va a tener.

La sociedad, vista como inmensa mayoría, no produce. Transporta. Comercializa los miles de toneladas que los cárteles hacen llegar a la Unión Americana. Ahí están los números en las confesiones de “El Mayo”.

No se beneficia de todo lo indebido. Ilegal. Reprobable, que se asocia con la actividad delincuencial. No es motivo. Causa. Razón de ninguna naturaleza para ser agredida por el ejército del Imperio.

El fenómeno de la narcoviolencia la afecta. Lastima. Esclaviza de muy larga data. De una y mil maneras. Ahí están las cifras de “El Mayo”.

Si se pidiera a los mexicanos qué problema debería resolver el gobierno de manera prioritaria, no hay duda de que sería el de la inseguridad.

¿Se atrevería a consultarlos en una encuesta, fórmula que tanto le gusta para vanagloriarse con dudosos índices de popularidad?

Ningún gobernante de ningún país debe, política. Legítima. Moralmente, rechazar la ayuda de quien sea para proteger la vida y los bienes de sus gobernados.

Esto es posible si en un eventual convenio México-EU se establece como condición inapelable el respeto absoluto a la soberanía, Independencia. Autonomía. Interés. Dignidad nacional.

¿Es imposible para Sheinbaum pactar ayuda foránea en esos términos? ¿O simplemente no quiere hacerlo? ¿No es el incomparable bien de la seguridad lo que desea para su pueblo? ¿No es lo que, ante todo, debe procurarle?

En ese punto radica la mayor suspicacia de que, quien sigue mandando en México es el huachicolero de la política. Su antecesor. Ese desalmado, es motivo de la sospecha. Carga. Crítica. Señalamiento más acentuado. Negativo. Recurrente, con lo que cumplirá su primer año en el poder.

Su deber político. Ético. Histórico, es liberar a sus gobernados del monstruo del narcotráfico. De los narcopolíticos. Que los carcomen. Los devoran. Los asesinan.

Para empatar sus palabras de supuesto amor al pueblo, debe salvaguardarlo por todos los medios. Los que sean. Vengan de donde vengan.

Hacerlo sobre la coordinación y colaboración con Estados Unidos, que con insistencia refiere. Abrir la posibilidad con prudencia. Sensatez. Decoro, nadie se lo reprocharía. Tendría respaldo. Consenso generalizado.

Los afectados tratarían de hacerle daño. Mas, con la comunidad de su lado, podría seguir adelante sin mayores contratiempos. Fortalecida. Segura.

Ante la debilidad e incapacidad propias, contemplar la conveniencia de recibir auxilio de quien sea no es insano. Tampoco insensato. No es entreguismo. Sumisión. Doblegamiento. Rendición.

Únicamente quienes navegan como falsos aliados. Amigos. Consejeros, dejan de sugerir todas, cualquier oportunidad que se presente para resolver un problema. En realidad son verdaderos enemigos. A la presidenta le sobran.

Quienes pugnan porque considere el ofrecimiento de Trump, no son vendepatrias. No son traidores a la patria. Se necesita ser muy poco objetivo. Ciego. Irracional. Obtuso, para no ver con claridad que actúan de buena fe. Que lo hacen por México. Por la propia jefa del Estado.

Con descalificaciones. Adjetivaciones insostenibles. Acusaciones infundadas como las que ella misma suele utilizar. Con el rechazo que mantiene a pie juntillas al ofrecimiento de Trump de que se deje ayudar para contener a los grandes capos, no resolverá el problema.

Inobjetablemente, no lo resolverá sola. Y si no lo hace, por lo que representa, con oposición o sin ella. Con coordinación o sin ella. Con su anuencia o sin ella, Estados Unidos terminará por hacerlo. Sobran las evidencias.

Quienes participan en la deleznable actividad criminal, que destruye al país, son muy pocos, vistos en relación con el total de los mexicanos.

Esos grupos, que durante el sexenio del huachicolero de la política proliferaron por la permisividad. Libertad. Impunidad que les facilitó actuar con su repudiable política de abrazos no balazos, son los atacables.

En esa línea se explican las “entregas” de importantes criminales que México ha hecho a Estados Unidos, sacándolos de la cárcel. Podría investigar y castigar también, si fuere el caso, a los que andan libres y pueden capturas los agentes de ese país.

La realización de ese procedimiento, en ningún caso se ajustaría a los métodos de una guerra convencional. No serían de defensa. Mucho menos de conquista. Solamente en estas modalidades bélicas se ponen en juego todos los recursos militares, ofensivos y defensivos, de un país.

Estados Unidos quiere –todavía cortésmente– que México le permita actuar conjuntamente contra un flagelo. Una amenaza común: el narcotráfico. Los narcopolíticos que protegen a los más poderosos criminales.

Quizá eso no sea imposible e inaceptable si, de inicio, se fijan las premisas de salvaguarda de la potestad nacional que esgrime la presidenta.

¿Quiere realmente acabar con la mayor, la más despiadada, cruel, sanguinaria, inhumana fuerza que amedrenta, extorsiona, exprime y aterroriza a los ciudadanos a los que está obligada a proteger con todos los recursos?

Sobre su actuar quedan al aire dos percepciones. Dos visiones. Dos afirmaciones.

Donald Trump: “es una mujer encantadora, pero le teme tanto a los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”.

Lilly Téllez: “El partido Morena ha recibido dinero de los cárteles para llegar al poder y a cambio protege a esas organizaciones. Por eso la presidenta Sheinbaumno quiere la ayuda de Estados Unidos”, dijo a una cadena de Televisión la senadora.

Por eso, ha sido crucificada por el morenismo. Pero, ¡otra vez!... ¡“El Mayo”!

Línea de Fuego

Los magistrados electorales Mónica Soto, Felipe de la Mata y Felipe Fuentes fluyen plácida. Alegre. Seguramente enriquecidos, por el drenaje de la Historia después de haber validado la grotesca elección del Poder Judicial y asesinado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el porvenir, la memoria colectiva los recordará como vulgares democraticidas. Janine Otálora y Reyes Rodríguez, quien pidió la anulación del proceso por su origen tombolero, acordeonero y abonero, en cambio, serán más reconocidos aún por su verticalidad y honorabilidad; dignidad y valentía contra las acciones que se dieron en su ámbito para instalar a México en la tiranía… Santiago Nieto Castillo, titular del IMPI, quiere ser gobernador de Querétaro. Sus aspiraciones son absolutamente fundadas. Legítimas. Pero quiere hacerlo sobre la premisa de cumplir primero con la responsabilidad que puso en sus manos la presidenta Claudia Sheinbaum. Con el súper equipo que tiene en su directora general adjunta, Guadalupe Itzi Guari Hurtado; Eulalia Méndez Monroy, directora divisional de Patentes; Mayra Ramos, directora Divisional de Marcas y todo su equipo, que funciona como una finísima maquinaria se relojería suiza, el ex titular de la UIF no tendrá problemas para alcanzar su objetivo…Los impartidores de justicia podrán seguir exonerando a todos los criminales “cuatristas” que haya o pueda haber. Como al hermano de AMLO, pillado con sobres retacados de dinero destinados a “la causa”, pero no por eso alguien los creerá inocentes… Con el caso de “El Mayo” Zambada empezó la angustia. Tensión. Pérdida de sueño. Temores, para decenas de narcopolíticos. ¿Huir es una opción? “Sí, pero la huida final”, han comentado algunos de ellos a confidentes suyos… Que los cárteles gobiernan la CDMX, como acusa Stephen Miller, asesor de Donald Trump, es un mensaje tétrico para Clara Brugada. Ella sabe el origen y las posibles consecuencias del señalamiento.

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