El avance tecnológico impacta todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo el cuidado de nuestra salud. En este artículo expongo algunas de las formas en que el avance de las tecnologías de la información y la comunicación nos ayudan a estar más sanos.

Gracias a dispositivos como los relojes inteligentes, podemos medir de forma más fácil y constante nuestros signos vitales como la presión arterial, el nivel de oxígeno en la sangre y hasta la calidad del sueño. Esto nos permite una mayor detección y prevención de riesgos a la salud. Algunas mediciones ya están conectadas a internet y se envían de forma automática a nuestro médico.

Las videollamadas amplían el acceso a la atención médica. Recientemente platiqué con Marcelo D’Agostino, asesor senior de sistemas de información y salud digital en la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, quien me comentó que la telerehabilitación física y mental ha avanzado mucho y, por ejemplo, en la Escuela de Salud Pública de Andalucía lleva tiempo desarrollándose modelos 3D con holograma y hay aplicaciones móviles con animaciones que ayudan a la rehabilitación a distancia. La madre de Marcelo permanece confinada en Washington y gracias a la telemedicina puede seguir los ejercicios que le indica su médico desde Buenos Aires.

Actualmente los pacientes estamos empoderados, porque además de nuevas herramientas disponemos de mucha más información sobre nuestra salud. En el pasado, había una gran dependencia del paciente al médico, pero ahora sabemos mejor qué nos beneficia, qué nos perjudica y de qué forma lo hace, gracias a que internet nos ha brindado abundante información al respecto. Marcelo me comentó que esto es un círculo virtuoso, ya que obliga a quien brinda una clase o una consulta médica a prepararse mejor y a explicar con mayor exactitud las cosas. No obstante, esto conlleva la necesidad de manejar la información de forma responsable porque no toda la información que hay en internet nos orienta de forma correcta.

Por otro lado, uno de los mayores retos en la salud es tener hábitos saludables para prevenir enfermedades, sin embargo, es muy difícil cambiar las costumbres de las personas. Guillermo Torre, Rector de TecSalud, me comentó en una entrevista que “el día que alguien descubra la forma sencilla de cómo cambiar un hábito, ya sea con un fármaco o con una estrategia de tratamiento, va a ser Premio Nobel pues los hábitos son lo que nos hace a nosotros”.

Hoy en día se están combinando técnicas psicológicas, incentivos económicos, ciencia de datos, análisis con inteligencia artificial y dispositivos tecnológicos de monitoreo para que la gente se vea incentivada a tener hábitos más saludables. Algunos ejemplos son empresas como Omada, AbleTo o algunas aseguradoras europeas que aplican descuentos en la póliza del seguro a quien registra comportamientos saludables, los cuales se verifican mediante dispositivos de monitoreo.

No sólo los pacientes nos beneficiamos del progreso en la salud digital. La ciencia médica ahora tiene nuevas fuentes y tipos de información que nos ayudan a entender mejor las amenazas a nuestra salud, y es a través de herramientas más poderosas que podemos aprovechar y procesar esa información novedosa. Gracias al avance tecnológico, por ejemplo, se están creando vacunas para el COVID-19 en tiempo récord.

De cualquier forma, debemos entender que no todo es tecnología. También se necesita tener éxito en cómo la implementamos, que la gente tenga acceso a ella y que no se generen efectos colaterales peligrosos.

La salud digital busca aprovechar tecnologías ya existentes, además de desarrollar nuevas, para mejorar nuestra calidad de vida. La implementación no es fácil, está llena de retos, pero no cabe duda que tiene grandes ventajas y por ello debemos acelerar su estudio y adopción en beneficio de la humanidad.

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