México cayó 23 lugares hasta el puesto número 46 en el ranking del Informe Mundial de Felicidad de las Naciones Unidas, recientemente publicado con información de 2020. Este incluye a 149 países y busca cuantificar la satisfacción de la gente con encuestas que abordan el bienestar, la solidaridad, las libertades y el desempeño de los gobiernos.

Nuestro país se ubica tradicionalmente como uno de los países más felices, cerca de naciones como Alemania, Estados Unidos, Francia o Bélgica. Este hecho siempre ha llamado la atención, ya que los mexicanos tenemos jornadas de trabajo demasiado extensas, percibimos ingresos relativamente menores y tenemos acceso a servicios básicos más limitados, como es el caso en salud y educación.

No obstante, el mexicano es muy alegre y las calificaciones que obtiene nuestro país siempre nos había permitido estar en el top 25 del ranking de felicidad; de hecho, en el reporte de 2015, donde se promediaron las calificaciones de 2012 a 2014, alcanzamos la posición 14. El 2020 fue la excepción, al ocupar la posición 46.

Este reporte hace una comparación de las calificaciones de 2020 contra el promedio de 2017 a 2019, y México es el cuarto país con mayor desplome, únicamente superado por El Salvador, Filipinas y Benín.

En el reporte de 2020 ahora nos encontramos por debajo de países como Mongolia, Mauricio, Hungría y Serbia.

Vale la pena analizar qué sucedió para que México cayera tanto. La respuesta lógica es la crisis del Covid-19, aunque ésta afectó a todos los países. El reporte señala que hubo un incremento de problemas en la salud física y mental, desempleo y demasiada incertidumbre económica por la pandemia.

Hubo un aumento de 10% en la cantidad de personas que dijeron que estaban preocupadas o tristes el día anterior. No obstante, también hubo mucha resiliencia por parte de los habitantes de todo el mundo.

Debido a la pandemia, el reporte de este año tomó en cuenta nueva información para medir la felicidad que terminó afectando la posición de México. Un nuevo indicador fue el desempeño de los gobiernos frente al COVID-19, así como la confianza de la gente en el gobierno y en sus medidas para combatir la pandemia.

Mientras mejores medidas haya tomado el gobierno y mayor confianza haya podido transmitir a la población, se contuvo mejor la pandemia, la economía sufrió menos estragos y esto ayudó a afectar menos la felicidad de la gente.

Para mí estos pronunciamientos de que se puede ser pobre, pero al mismo tiempo muy feliz no tienen sustento en la realidad. Está más que acreditado que hay que cumplir con ciertos mínimos para que, a partir de ahí, se construya la felicidad. Me refiero a mínimos en materia de salud, alimentación, vivienda, esparcimiento, educación, entre otras cosas.

Cuando los gobiernos actúan de forma caótica, generan incertidumbre y afectan el nivel de felicidad de los pueblos. Hay que tomar en cuenta que en los próximos años vamos a seguir padeciendo por la pandemia más las consecuencias del cambio climático. Por ello, aquellos gobiernos que quieran medirse en términos de la felicidad de la gente, deben de trabajar en brindar mínimos de bienestar para todos, tener mucho mejor desempeño en crisis como la generada por la pandemia del coronavirus y reducir la incertidumbre que percibe la gente.

Director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey

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