Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, el petróleo era el energético dominante en el mundo, existía en abundancia en México, su precio era muy alto por lo que convenía producirlo y venderlo; además no éramos tan conscientes de la importancia de cuidar el medio ambiente y del riesgo del cambio climático. Por estas razones tuvo sentido que nuestro país le apostara al petróleo para impulsar el desarrollo. Hoy las condiciones son muy diferentes y tiene mucho más sentido apostarle a las energías renovables.

En su momento, el presidente Lázaro Cárdenas hizo una gran lectura de la coyuntura que vivía nuestro país en marzo de 1938, por lo que decidió decretar la expropiación petrolera. Ahora que celebramos su 83 aniversario, cabe preguntarnos sobre lo que deberíamos hacer con nuestro sector energético, al leer y entender la realidad en que vivimos y las tendencias hacia el futuro.

Cárdenas sabía que las empresas extranjeras y sus gobiernos podían iniciar un conflicto contra México, que podría incluir fuertes sanciones económicas, no obstante, también sabía que los gobiernos estaban concentrados en el conflicto que dio pie a la segunda guerra mundial y tendrían incentivos a reconciliarse rápidamente con México, tal como sucedió.

También entendía que el petróleo era indispensable para lograr la soberanía energética en los términos de la época, que sería un insumo fundamental durante la guerra y en las próximas décadas, por lo que su aprovechamiento ayudaría a construir un mejor país. Además, su apoyo a la clase obrera, la expulsión de empresas abusivas y el rescate del petróleo para México, le generarían mucha popularidad y apoyo social.

Lázaro Cárdenas hizo una brillante lectura de su tiempo. Aprovechó la coyuntura del conflicto laboral y de la guerra para retomar el control del sector energético en nuestro país y convertirlo en palanca de desarrollo durante décadas, además de emerger como una potencia energética mundial ante la hegemonía petrolera que marcó el siglo XX. No obstante, la industria petrolera hoy en día está en un acelerado declive.

Este aniversario de la expropiación petrolera debe servirnos para reflexionar y hacer una buena lectura de la coyuntura que enfrentamos en el siglo XXI, muy diferente a la de hace 83 años, y cómo debemos de aprovecharla para hacer de México nuevamente una potencia energética mundial, ahora basada en energías renovables y ante un mundo de integración, cooperación y apertura comercial, para que el sector energético vuelva a servir como palanca de desarrollo nacional y regional.

La producción petrolera se ha desplomado y no está muy claro que debamos rescatarla, pues con los bajos precios internacionales actualmente Pemex pierde muchísimo dinero. El valor de Pemex, una vez restada la deuda, es negativo por 2.4 billones de pesos. Esto es el 10% del PIB, por lo que, para efectos prácticos, esta empresa productiva del Estado está quebrada.

Actualmente existen muchas necesidades, y enfrentamos cinco crisis al mismo tiempo: económica, sanitaria producida por la pandemia, de seguridad, política por una exacerbada polarización y la crisis del cambio climático. No hay dinero que desperdiciar.

Por otro lado, la gran mayoría de los inversionistas ya están apostando por las energías renovables. Durante el 2020, 90% del crecimiento de la energía en el mundo se produjo mediante fuentes renovables. En el caso de la electricidad y de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, se espera que de 2020 a 2025 el 99% del aumento en el consumo eléctrico será provisto por fuentes sustentables. Las potencias y las empresas petroleras están volcando sus inversiones hacia las energías renovables.

Los costos de generar energía mediante fuentes renovables han bajado significativamente. Hace una década costaba el triple producir electricidad en una planta fotovoltaica, en comparación con el carbón. Ahora, producir electricidad por medios sustentables en México es hasta tres veces más barato que hacerlo con combustibles fósiles como el combustóleo. Esto sin contar los cuantiosos costos en atención a la salud de las personas que genera la contaminación.

Además, como dijo Mario Molina, premio nobel mexicano de Química, el cambio climático es el reto más importante que enfrenta nuestra generación. También es el motivo por el que la innovación tecnológica de la última década, y de las venideras, se concentra en energías renovables.

Por todo esto, las energías fósiles serán cada vez menos rentables y atractivas, y en algunos años, el combate al cambio climático podría ser motivo de sanciones internacionales mucho mayores que las amenazas hechas por los países de las empresas expropiadas en aquel marzo de 1938.

México es privilegiado por la cantidad de viento y sol que recibe, por lo que podría convertirse en una potencia energética si apuesta fuertemente por las energías renovables. De hecho, hasta hace un par de años, éramos uno de los diez países más atractivos del mundo para invertir en energías renovables.

Si bien es cierto que México, al igual que todos los países, debe de procurar su soberanía energética, este concepto cada vez se aleja más de la producción del petróleo. La viabilidad del mundo demanda que todos los países desarrollen una industria energética sustentada en fuentes limpias y renovables, por lo que esa es la vía que tenemos para alcanzar una plena soberanía energética. Tarde o temprano tendremos que hacerlo, desafortunadamente, mientras más tardemos en hacerlo, más nos va a costar y esto implica sacrificar calidad de vida para los mexicanos.

Hagamos, como lo hizo el presidente Lázaro Cárdenas, una correcta lectura de nuestro presente y del futuro energético del mundo, y hagamos de México nuevamente una potencia energética que aporte a nuestro desarrollo de la única manera en que hoy puede suceder: apostando por las energías renovables y por un mundo más sustentable.

Cuando el petróleo era el energético dominante, existía en abundancia en México, su precio era muy alto y no sabíamos del riesgo del cambio climático, tenía sentido que nuestro país le apostara al petróleo para impulsar el desarrollo. Ahora, los precios se han desplomado y se mantendrán bajos, perdemos dinero con su producción petrolera. Al mismo tiempo, se han desarrollado mucho las tecnologías de energías renovables y México tiene un gran potencial en este tipo de energías, que inevitablemente serán el futuro.

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