Enrique de la Madrid

Imagina predecir enfermedades y tener medicina personalizada por el ADN

Enrique de la Madrid. Foto: EL UNIVERSAL
13/09/2025 |01:36
Enrique de la Madrid
autor de OpiniónVer perfil

El costo de secuenciar el ADN humano ha bajado más rápido que cualquier otra tecnología médica en la historia. Lo que hace dos décadas costaba tres mil millones de dólares, hoy puede hacerse por menos de lo que cuesta una resonancia magnética. Pero la verdadera revolución no está sólo en la tecnología, sino en lo que nos permite hacer: entender mejor nuestro cuerpo, detectar enfermedades antes de que aparezcan y personalizar los tratamientos para cada persona. La pregunta es: ¿estamos en México preparados para aprovechar esta revolución?





El Dr. Gerardo Jiménez Sánchez, quien fue de los científicos que realizaron el primer análisis médico del genoma humano en el mundo y fundador del Instituto Nacional de Medicina Genómica en México, me contó cómo, gracias a la genómica —la ciencia que estudia el conjunto completo de genes— ya sabemos que no todos respondemos igual a los mismos medicamentos, ni tenemos el mismo riesgo de enfermar. Los invito a escuchar la charla completa en mi podcast En Blanco y Negro:

Recordemos que el ADN contiene nuestra información genética, instrucciones de cómo se desarrollarán nuestros órganos, nuestro cuerpo; esta información determina cuál será el color de nuestros ojos, de nuestra piel, a qué estatura y complexión o peso somos propensos, además de a qué enfermedades tenemos predisposición y cuáles será difícil que nos afecten.

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Aunque los humanos compartimos el 99.9% del ADN, ese 0.1% restante es clave: explica por qué a unas personas les da cáncer de colon antes de los 40 y a otras nunca, por qué ciertos fármacos ayudan a unos y son peligrosos para otros, por qué hay quienes metabolizan la comida de forma más eficiente, y hasta qué tan bien responde tu cuerpo a ciertos tipos de ejercicio.

Lo más relevante es que ya existen herramientas accesibles para detectar todo eso. Una muestra de saliva enviada por paquetería basta para saber si un medicamento te va a hacer efecto o no. Si tienes predisposición genética a una enfermedad grave. Si tus hijos podrían heredar una condición que se puede prevenir. En países avanzados, estas pruebas ya forman parte del expediente médico de millones de personas. En México, aún son excepciones.

La medicina genómica permite hacer tamizajes dirigidos: si en una familia se detecta una mutación que eleva el riesgo de cáncer, no hace falta analizar todos los genes de todos los parientes. Basta con buscar esa mutación específica, de forma rápida y a menor costo. Esto no sólo mejora la calidad de vida: también ahorra recursos al sistema de salud, al enfocar pruebas y tratamientos donde más se necesitan.

Pero si sólo quienes pueden pagar de su bolsillo acceden a estos avances, estamos ante un nuevo tipo de desigualdad: la biológica. El acceso a la prevención, al diagnóstico temprano y a los tratamientos personalizados no puede depender del nivel socioeconómico. Si no actuamos pronto, la medicina genómica no reducirá brechas, las va a profundizar.

México necesita tomar decisiones valientes. Invertir más en ciencia, educación e innovación no es un gasto: es la única forma de tener una economía de mayor valor agregado. Necesitamos más científicos, más ingenieros, más médicos capacitados en genómica. Mandar a jóvenes a estudiar a los mejores centros del mundo, sí, pero con mecanismos que los hagan regresar y aplicar aquí lo aprendido. Crear, atraer y retener talento para que nuestras universidades y centros de investigación sean motores del desarrollo.

La salud personalizada no es sólo para quien se pueda pagar una prueba genética. Debería formar parte del sistema de salud pública, empezando por los casos donde hay evidencia clara de beneficio: cánceres hereditarios, enfermedades raras, salud mental, medicina geriátrica, fármacos de uso común. Además, es urgente que nuestras poblaciones estén representadas en las bases de datos genéticas globales. Si seguimos usando como referencia sólo estudios europeos, corremos el riesgo de tomar decisiones médicas basadas en información que no nos aplica.

Invertir en ciencia es apostar por vivir mejor y más tiempo. Pero también por generar empleos de calidad y mejor pagados, innovación nacional, soberanía tecnológica. La genómica es uno de los sectores con mayor crecimiento y potencial económico a nivel mundial. Somos un país de mentes creativas: lo que falta es darles las herramientas para que su imaginación se convierta en productos útiles, empresas exitosas y soluciones reales.

Imagina un país donde cada mexicano sepa de qué cuidarse, qué medicina le sirve y cómo vivir más años con calidad. Ese país es posible, pero sólo si entendemos que la ciencia debe estar al alcance de todos, no de unos pocos.

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