Los mexicanos vamos a pagar tortillas más caras, de hasta 30 pesos el kilogramo y hasta 100 pesos por un pollo, además de aranceles y sanciones de miles de millones de dólares si se concreta la prohibición al Glifosato y a los alimentos transgénicos.

Debemos fomentar las tecnologías que nos permitan usar mucho menos herbicidas, desarrollar alternativas mejores al Glifosato, pero hasta no tenerlas, debemos permitir su uso y el de los alimentos transgénicos, en este artículo les cuento por qué.

El gobierno mexicano emitió un decreto mediante el cual plantea la sustitución gradual del herbicida Glifosato hasta dejar de usarlo por completo el 31 de enero de 2024, argumentan que causa problemas en nuestra salud, además de que también se dejará de importar maíz transgénico para consumo humano.

El Glifosato es un herbicida que se utiliza para deshacerse de malezas que crecen junto a los cultivos, y que compiten contra nuestros alimentos por recursos como agua, rayos de sol y nutrientes, por eso se busca eliminarlas.

Es el herbicida más usado en el mundo, y en México es utilizado por el 73% de los agricultores para controlar más de 100 tipos de malezas que afectan a más de 30 cultivos como el maíz, sorgo, frijol, hortalizas, cítricos, café y caña de azúcar.

Es importante destacar que el Glifosato no es un invento humano sino algo que se produce en la naturaleza y que lleva usándose más de 40 años sin que tengamos evidencia de que nos haya causado problemas de salud.

No obstante, el Glifosato si tiene diversas ventajas, es muy barato y su patente venció en el año 2000, por lo que es de fácil acceso para los campesinos, muy efectivo y es tan seguro para la salud que tiene clasificación verde en México, es decir, de muy baja toxicidad.

La Organización Mundial de la Salud , la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos lo consideran un herbicida seguro para nuestra salud.

Lo que hace el Glifosato es inhabilitar una enzima presente únicamente en las plantas y que es esencial para su crecimiento. El verdadero riesgo para nuestra salud está en prohibir el Glifosato por varias razones.

La primera es que los agricultores sustituyan el Glifosato con otros herbicidas como el Paraquat que es muy tóxico y de calcificación roja, que de hecho se utiliza en intentos de suicidio. Es importante recordar que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos identificó 42 plaguicidas autorizados en México que están prohibidos o no permitidos en más de 30 países, el Paraquat está dentro de esa lista, el Glifosato no.

La segunda es la afectación a los agricultores, especialmente los del sureste mexicano, ya que el clima tropical y la alta fertilidad de los suelos de la región facilitan la rápida aparición y crecimiento de malezas en los campos de cultivo. Por ello, el 50% del Glifosato que se usa en México es aplicado por pequeños y medianos agricultores del sureste. Esta medida afectará en especial a los que menos tienen.

La tercera es que dejar de utilizar el Glifosato podría generar una pérdida de entre el 20% y el 40% de la productividad en México, dependiendo de cada cultivo. Bosco De La Vega, expresidente del Consejo Nacional Agropecuario, expuso que una reducción de 20% en la producción implica dejar de producir más de $76 mil millones de pesos que pagaremos entre los consumidores, los agricultores y los contribuyentes fiscales.

A esto se suma la prohibición de importar maíz transgénico y antes de hablar de ello quiero aclarar una cosa, el maíz que consumimos los mexicanos en alimentos como las tortillas es el blanco y el maíz amarillo se utiliza principalmente para alimentar a animales.

En México producimos más maíz blanco del que consumimos, por ello exportamos el excedente, pero importamos tres cuartas partes del maíz amarillo que utilizamos.

Tanto en 2021 como en 2022, las importaciones de maíz amarillo fueron de aproximadamente 17 millones de toneladas, lo que no es malo, sino que es necesario para mantener nuestra producción de pollo, carne de res y otros productos de origen animal.

La gran mayoría del maíz amarillo que importamos viene de Estados Unidos, 92% de ese maíz es genéticamente modificado.

Si el gobierno mexicano prohíbe la importación de buena parte del maíz amarillo por ser genéticamente modificado, sumado a la prohibición del uso del Glifosato, esto incrementará el precio de muchos alimentos que ya de por sí han subido bastante durante el último año.

Con estimaciones de la consultora World Perspectives , el precio de la tortilla podría aumentar a más de 30 pesos el kilogramo y el pollo podría llegar a cerca de 100 pesos, pero el huevo, la leche, la carne de res y de puerco también subirían de precio.

Lo preocupante de esta decisión es que está basada en ideología y no en evidencia científica. Así como en el caso del Glifosato, llevamos cerca de 30 años consumiendo alimentos genéticamente modificados y no hay evidencia de su daño en la salud, pero sí han logrado aumentar significativamente la producción de alimentos, lo que los ha mantenido accesibles en precio a pesar del gran aumento poblacional y que el cambio climático ha reducido la productividad de muchas hectáreas.

La Organización de Alimentación y la Agricultura de la ONU y la gran mayoría de los científicos han declarado que el maíz transgénico no es dañino para nuestra salud. De hecho, este maíz se consume en casi todos los países de América, de Europa, del Sudeste Asiático y Oceanía.

Además de provocar escasez de alimentos y el alza de su precio, estas prohibiciones nos confrontan con Estados Unidos en el marco del tratado de libre comercio T-MEC, lo que supondrá multas y aranceles que nos costarán a los ciudadanos mexicanos miles de millones de dólares que pagaremos por la ideología sin sustento del gobierno.

Coincido en que debemos crear una agricultura más amigable con el medio ambiente, con los campesinos y nuestra salud, pero que no implique un alza en el precio de los alimentos. Por ello debemos apoyar a los científicos mexicanos, justo lo contrario a lo que ha hecho esta administración.

También debemos ayudar a los campesinos a adquirir mejores tecnologías que reduzcan la necesidad de fertilizantes y pesticidas, cómo el cultivo en invernaderos con riego controlado y monitoreo de la salud del suelo y las plantas mediante el uso de ciencia de datos.

Mientras logramos eso, debemos seguir usando el Glifosato y el maíz transgénico porque hoy simplemente no existe una mejor alternativa.

Estas son políticas absolutamente inconsistentes de un gobierno que dice interesarse primero por los pobres, pero por su ignorancia y prejuicios todos los días perjudica a los que menos tienen, y por ello ha aumentado tanto la pobreza en México en tan poco tiempo. Ya basta de cuentos, lo que importa son las cuentas y el bienestar de los mexicanos.

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