Los senadores aprobaron el proyecto de la Ley Federal para la Regulación del Cannabis y ahora los diputados la discutirán, pero tienen pocos días para hacerlo ya que deberán de aprobarla antes del 15 de diciembre, que es el límite de la prórroga otorgada por la Suprema Corte de Justicia para legislar en la materia.

Con el fin de contribuir al debate, quiero compartirles algunos puntos sobre el tema que he venido exponiendo desde hace tres años.

Primero. La marihuana no solo tiene efectos medicinales positivos sino que además su potencial adictivo es mucho menor que el del alcohol y el del tabaco, por lo que no se justifica una regulación más estricta que la de estos dos productos.

Segundo. En México tenemos problemas criminales muy graves, como los homicidios, feminicidios, tráfico de órganos, extorsiones, derecho de piso, robo, secuestro, por mencionar algunos de los que más ofenden a la sociedad, como para dedicar a nuestras policías a perseguir, detener, extorsionar, encarcelar y estigmatizar a aquellas personas que deciden fumar o ingerir productos hechos a partir de la marihuana. Es simplemente un mal uso de nuestros escasos recursos públicos. La prioridad debe estar en perseguir los delitos más dañinos para la sociedad.

Tercero. Legalizar la marihuana permite formalizar y regular esta industria que, legal o no, existe y seguirá existiendo. Si permanece ilegal es un regalo para el crimen organizado que se queda con las ganancias, en lugar de poder cobrar impuestos y así aumentar los recursos disponibles para hospitales, seguridad pública y escuelas, como sucede en otras partes del mundo.

Cuarto. La Suprema Corte de Justicia resolvió que es inconstitucional la prohibición del consumo de marihuana porque atenta en contra del libre desarrollo de la personalidad.

Por estas razones no se justifica que la marihuana tenga una regulación más estricta que el consumo de otras drogas legales, como el alcohol o el tabaco.

La reforma que está en proceso de discusión en la Cámara de Diputados da un importante paso en la dirección correcta al flexibilizar las normas sobre el consumo de cannabis.

Se incrementa de 5 a 28 gramos la posesión personal de marihuana que no da lugar a una orden de aprehensión y se establece la posibilidad de comprarla en lugares autorizados o mediante el autocultivo. Además, se establecen licencias que permitirán el cultivo, la transformación, comercialización, exportación, importación y la investigación sobre la cannabis.

También se contempla la creación de asociaciones de consumo del cannabis que la podrán sembrar, cultivar, cosechar, preparar y consumir.

La reforma crea el Instituto Mexicano para la Regulación y Control del Cannabis, para así fortalecer las políticas públicas, el control sanitario y la transparencia en la información alrededor del uso del cannabis.

No obstante, la reforma contiene algunos elementos polémicos y riesgosos que de no corregir pasaría a ser una ley inoperante o una mera simulación. Por ejemplo, se mantienen los incentivos para que la policía detenga y, en su caso, extorsione a portadores de marihuana, bajo el argumento de que hay que verificar que no se transporte más de los 28 gramos establecidos.

Es un “sí pero no al consumo de marihuana”. En el próximo artículo profundizaré sobre el tema, exponiendo algunos de los riesgos de la legislación así como formas de resolverlos.

Director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey

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