El pasado lunes 5 de agosto el Coneval publicó la medición de pobreza correspondiente a 2018. Los resultados demuestran algo inaceptable, que es que en México aún hay 52.4 millones de personas o 41.9% de la población viviendo en condiciones de pobreza.

Si bien la pobreza disminuyó durante la última década en nuestro país, esta reducción ha sido muy lenta. En 2008, 44.4% de la población era pobre y en 2018 esta proporción cayó a 41.9% por ciento, una disminución de apenas 0.25 puntos porcentuales en promedio por año.

Sin embargo, es importante señalar que entre 2008 y 2014 la proporción de la población en situación de pobreza aumentó desde 44.4% a 46.2 por ciento, un incremento de casi dos puntos porcentuales en ese periodo, lo que se explica principalmente por la crisis financiera internacional de 2008 y 2009, la cual afectó severamente a la economía mexicana. Tan sólo de 2008 a 2010 la pobreza se incrementó cerca de dos puntos porcentuales, lo que significó que 3.3 millones de mexicanos cayeran en situación pobreza.

Una vez superada la crisis, se retomó la tendencia de reducción de la pobreza. En los últimos cuatro años, de 2014 a 2018, la población en situación de pobreza en México se redujo a 41.9 por ciento, es decir, cuatro puntos porcentuales menos.

En una crisis económica hay mucha incertidumbre y poca confianza en el desempeño de la economía, por lo que no hay inversión y no se crean más empleos. Por el contrario, muchos empleos se destruyen. Además, muchos de los trabajadores que mantienen su empleo durante épocas de crisis ven nulificadas sus oportunidades de crecer, disminuyen el consumo y postergan sus decisiones de inversión ante el temor de perder el trabajo.

Un mal desempeño económico generalmente se ve acompañado de un incremento en la pobreza. Así lo demuestran los resultados publicados esta semana por Coneval.

Cuando se analiza la evolución de la pobreza por estado, se observa que las 10 entidades con mayor PIB per cápita son también las que tienen la menor proporción de habitantes en pobreza, excepto en Campeche y Tabasco, cuya economía depende en buena medida de la industria petrolera, por lo que el PIB per cápita no es un buen indicador de bienestar en esos dos estados en particular.

Mientras que en Nuevo León, Baja California Sur, Baja California, Aguascalientes, Querétaro y Quintana Roo la proporción de pobres es inferior a 30 por ciento, en Guerrero, Oaxaca y Chiapas es superior a 65 por ciento; estos son los tres estados con menor PIB per cápita y con mayor proporción de pobres. Tlaxcala, Puebla y Veracruz se encuentran en una situación similar.

Esta es una gran lección para México. Si de verdad primero están los pobres y los que más lo necesitan, entonces debemos procurar un sano desempeño de nuestra economía. Crecer muy poco afectará especialmente a la población que menos recursos tiene.

Por ello, sostengo que la creación de empleos en México seguirá desacelerándose hasta que no se recupere la confianza en nuestra economía, y sin confianza no hay inversión.

En este sentido, el martes 5 de agosto el Inegi publicó las cifras de inversión en México correspondientes al mes de mayo, y durante los primeros cinco meses de este año se registró 3.5% menos inversión que en el mismo periodo de 2018, el peor desempeño desde la crisis del 2009 y ahora no nos enfrentamos a ninguna crisis proveniente del extranjero.

Esta contracción en la inversión se verá reflejada en destrucción de empleos en el mediano plazo si no rectificamos el camino. El 14 de agosto el Inegi publicará la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo correspondiente al segundo trimestre de 2019. Estas cifras incluyen al empleo formal y al informal, por lo que nos podremos dar una idea de cómo vendrá la economía para la segunda parte del año.

Es importante recordar que durante el primer trimestre de 2019 el empleo total en México registró un crecimiento anual de 2.4 por ciento. Lo preocupante es que los empleos con un ingreso de un salario mínimo crecieron 23% mientras que los empleos de 3 salarios mínimos o más registraron una contracción anual de 30 por ciento.

Esto implica una destrucción de empleos de calidad. De continuar esta tendencia la pobreza en México se podría volver a incrementar. Esperemos que la tendencia se revierta, estamos en buen momento para corregir el rumbo.

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