El trato diplomático entre México y Estados cambiará sustancialmente con la llegada de Joe Biden a la presidencia. Para empezar, se romperá con la anomalía de que el yerno del mandatario fuese el principal interlocutor en la relación bilateral. Con seguridad ya no habrá una figura como la de Jared Kushner para atender toda la gama de los asuntos que vinculan a los dos países. Lo que habrá en adelante serán puestos y funcionarios con encargos precisos en cada tema. Habrá nuevamente un Departamento de Estado coordinando a las distintas agencias que intervienen en la relación con México.

Por los nombramientos que se han anunciado hasta ahora se observa que Biden formará un gobierno plural y diversificado, con latinos, mujeres y afroamericanos en los primeros niveles del gabinete. Debe esperarse un equipo auténticamente profesional, como ya lo muestran las propuestas para ocupar el Departamento del Tesoro y los servicios de inteligencia. Esto, desde el punto operativo. Sin embargo, los cambios más relevantes tendrán lugar en el fondo de la política exterior norteamericana.

En algunos temas, México habrá de celebrar que se haya terminado la administración de Donald Trump y en otros aspectos, pondrá a prueba las capacidades diplomáticas y de negociación del gobierno mexicano.

En materia migratoria debemos esperar dos cambios significativos: un énfasis mayor de Washington para invertir en Centroamérica y detener desde la raíz el éxodo que cruza por nuestra frontera sur. Como Vicepresidente, Biden realizó un esfuerzo importante por ampliar la cooperación con los países del Istmo y generar los empleos que requiere la región. El segundo aspecto será revertir de inmediato las políticas de Trump de separación de las familias y denegación de procesos para otorgar o negar asilo a los migrantes. México tendría que analizar de una vez los escenarios que se perfilan, pues tendrán incidencia directa sobre la utilización de la Guardia Nacional en materia migratoria, en el manejo de la frontera sur, así como en la participación de nuestro país en programas de cooperación serios con la región.

Los retos más sobresalientes para el gobierno mexicano vendrán en los asuntos de seguridad, la lucha contra el narcotráfico, concretamente. Lo mismo ocurrirá en materia de medio ambiente. Biden ha colocado una apuesta muy alta con la designación de un zar para combatir el calentamiento global que ha recaído en una figura tan prominente como John Kerry. El énfasis en los temas laborales que contiene el TMEC será otra zona de retos. La participación de México en el Consejo de Seguridad de la ONU será otro punto a destacar ya que Biden privilegiará la vía diplomática y ese es el centro neurálgico del mundo en la materia. Es también muy probable que preste más oídos a las preocupaciones de los inversionistas estadounidenses en México, otro reto para las autoridades mexicanas.

En suma, el nuevo gobierno apunta a ser más profesional e institucional que el saliente. México haría bien en adelantarse a proponer una agenda y nuevas bases de entendimiento con el gobierno de Biden. Los equipos de transición ya están operando y varios de sus integrantes nos conocen bien. La dificultad para hacerlo estriba en propiciar un acercamiento, aunque fuese discreto, cuando no se ha producido todavía una felicitación al presidente electo de Estados Unidos.

Internacionalista

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